Bayardo Quinto Núñez
Señor, señor , con aire compungido solicitaba su opinión Roberto a Francisco. Qué se lo ofrece, replicó Francisco. Bueno, esto es grave, es un residuo subrepticio, un fuego oculto que sustancialmente escapa a la mirada inteligente de la realidad, se trata de una ligera obstrucción a nuestra paradoja dictada por el rigorismo y la estupidez desmesurada que la realidad abra los ojos, contestó Roberto. Parece que esto va demasiado de prisa, por lo que resulta que no siendo íntima la conjunción refleja el misterio demostrado, replicó Francisco. Aunque la realidad sea complaciente, la necesidad es apremiante, esa es la verdad de las cosas, respondió Roberto. Tienes razón, pero hay que tomar en cuenta las innumerables ramificaciones en un infinito número de personas, aunque dé lugar a la realización de abolir la ficción que justifica sus temores para alimentar sus sospechas, dijo Francisco. Irrumpe, interroga, se defiende, jura inocencia a la elección de su culpable imprudencia, finalizó Roberto y Francisco asintió con un meneo de cabeza.
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