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La cabaña en el bosque

Después de la sátira postmoderna de la serie Scream era difícil ver hacia donde podía llevarse el subgénero del horror juvenil. Algunas almas sencillas intentaron volver a la fuente, por así decirlo, refilmando sucios clásicos como The Texas Chainsaw Massacre con estética de videoclip y violencia más gráfica, realista y anatómicamente correcta. Pero la ironía es como el asesino invencible. Revive constantemente. Así llega La Cabaña en el Bosque , deconstruyendo el género ahora en escala molecular.

Por: Juan Carlos Ampié

Después de la sátira postmoderna de la serie Scream era difícil ver hacia donde podía llevarse el subgénero del horror juvenil. Algunas almas sencillas intentaron volver a la fuente, por así decirlo, refilmando sucios clásicos como The Texas Chainsaw Massacre con estética de videoclip y violencia más gráfica, realista y anatómicamente correcta. Pero la ironía es como el asesino invencible. Revive constantemente. Así llega La Cabaña en el Bosque , deconstruyendo el género ahora en escala molecular.

Un grupo de universitarios se reúne para pasar el fin de semana en una aislada cabaña de campo. El grupo de cinco incluye a los arquetipos familiares: el atleta carismático (Chris Hemsworth); su novia, la rubia tonta (Anna Hutchinson); el monosabio —atípicamente musculoso— (Jesse Williams), pareja perfecta para la virgen recatada (Kristen Connolly). La llanta de repuesto es, por supuesto, el marihuanero dicharachero (Fran Krankz). Imagínese a Shaggy de Scooby Doo , pero con cultura general. A como suele suceder, en el camino, un siniestro campesino los advierte sobre el lugar. Y a como suele suceder, por supuesto que no escuchan, internándose en una trampa mortal de ribetes sobrenaturales.

Pero, ¿por qué las familiares escenas de los jóvenes se alternan con las discusiones anodinas de unos burócratas vestidos de científicos en un búnker de alta tecnología? Eso tendrá que descubrirlo personalmente, si es que usted comulga en la escuela del horror. Su disfrute de esta película depende mucho de su posición frente al género y su tolerancia para la carnicería creativa de actores. Y digo actores, porque la película nunca nos pide que abandonemos la incredulidad y los aceptemos como seres humanos sometidos a un suplicio inmerecido. La película se define como una meta-narrativa. Se trata sobre sí misma. Es un cuento sobre por qué, y cómo, manufacturamos esos cuentos. No hay identificación posible. El distanciamiento y la plena conciencia del artificio son parte de la receta.

Joss Whedon figura como productor, pero sus huellas están en todo el proyecto. Montando en la estratosfera de la industria gracias al éxito de su trabajo como director y guionista en la épica de superhéroes Los Vengadores , logró sacar a la película del limbo en que languidecía en alguna bóveda —se filmó mucho antes que Hemsworth hiciera Thor , por ejemplo—. La saga de Marvel, taquillera como fue, era un trabajo contratado. En espíritu y actitud, La Cabaña en el Bosque está más cerca de la obra cumbre de Whedon, la serie de televisión Buffy La Cazavampiros , aúnque no tiene su impacto emocional ni su preocupación humanista.

La película es un chiste que se pasa de listo. Y cuando necesita recurrir a algunas convenciones —algunos les dicen clichés—, las usa oportunistamente, sin ponerle comillas irónicas. Un “muerto” revive convenientemente en el momento indicado. Y una estrella inesperada hace una aparición sorpresa, aunque está lejos de la “leyenda apagada” que suele cumplir este tipo de funciones. Pero quejarse de esto es como preocuparse porque la sangre parece salsa de tomate. Quizás ahora que La Cabaña en el Bosque no deja piedra sobre piedra en este modelo narrativo y nos devuelve al nivel mítico, podremos volver a la relativa inocencia de los tiempos en que un psicópata anónimo en la oscuridad bastaba para asustarnos.

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