Querida Nicaragua: Sin quererlo el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, retrató en su novela El otoño del Patriarca a su muy querido amigo don Fidel Castro. Es obvio que la novela quiso referirse a un tirano de la derecha caribeña pero como los hechos y la historia suelen vengarse, resulta que el patriarca otoñal de la novela se parece más que nadie, al tirano que lleva 53 años en el poder y ha convertido en esclavos a los cubanos.
Debajo de la pantomima de presidente con que se hace llamar Raúl Castro, está la férrea voluntad del anciano dictador sin cuya orden no se mueve nada. Don Raúl, el llamado presidente de Cuba está descubriendo el agua helada. Bajo la inspiración de su hermano ha dispuesto que a partir de enero los cubanos puedan salir libremente de la isla, lo que ha sido prohibido por cincuenta y tres largos años. Ya no será necesario el permiso para salir de Cuba y que costaba una larguísima espera más ciento cincuenta dólares, ni será necesario recibir una invitación del extranjero a la que le ponían un sello por valor de doscientos dólares.
Raúl descubrió cincuenta y tres años más tarde que el hombre debe ser libre. Y el colmo es que don Raúl dice que todas estas medidas ya habían sido pronosticadas por Fidel, quien habría dicho que la revolución al final tendría que profundizarse y dar este tipo de concesiones. Es decir, que estas medidas, no son rectificaciones, sino que son conquistas de la célebre revolución cubana.
Otra de las conquistas será permitir que los cubanos puedan tener acceso a los hoteles donde hoy en día solo se permite la entrada de turistas y de diplomáticos y miembros del gobierno.
Fidel y Raúl deberían ser procesados por esclavistas, por criminales, por haber impedido durante medio siglo la libertad de movilización de sus propios connacionales. Demostración palpable del esclavismo en que han vivido los cubanos.
Otras de las concesiones generosas de los Castro son: que ya se puede comprar autos e inmuebles, lo cual estaba prohibido. Que se va a permitir el cultivo privado de la tierra, que se apertura la inversión extranjera, que se permiten pequeños negocios privados y que hay venta libre de teléfonos móviles.
Tanto los cubanos de la isla como los del exilio están a la expectativa y han recibido la noticia con cautela y con desconfianza. Nadie puede creer a pie juntillas las promesas de un régimen de este tipo. Vamos a ver, dicen. Están por verse los requisitos que van a pedir para conceder pasaportes. Sabe Dios cuánto tiempo habrá que esperar por este documento y cuánto dinero habrá que pagar por él.
Por otra parte algunos analistas piensan que los Castro, con esta medida piensan quitarse de encima un montón de gente que tienen que alimentar, se quitan una enorme presión social y distraen a la gente sobre el problema económico pues ahora todos andarán tras un pasaporte. Otros opinan que esta medida provocará un nuevo éxodo masivo hacia los Estados Unidos, un nuevo Mariel.
En fin, de un régimen comunista nunca se puede tener total confianza. El otoño del patriarca de García Márquez en vivo y a todo color.
El autor es director general de Radio Corporación
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A