Por Róger Almanza G.
En la pista es doña Ángela. Una mujer de 44 años que corre a la par de aquellos con la mitad de su edad y los supera. Es una profesional del atletismo a la que todos respetan por su talento pero sobre todo por su dedicación en encontrar en la pista de carrera un espacio en común para los chavalos del barrio Acachualinca.
Son 60 los chavalos de cinco a 21 años quienes ven en Ángela la esperanza de un día correr a nivel profesional. Vencer la carrera de pobreza y violencia que muchos inician en sus hogares.
Corren en chinelas, zapatillas o deportivos a punto de desprenderse en pedazos, algunos hasta descalzos. Aquellos que llegan con zapatos nuevos para correr disfrutan el fruto del esfuerzo de Ángela y muchos aliados que la acompañan.
Y es que Ángela, que ahora en competencias de categoría veteranos, se encarga de encontrar patrocinios para este grupo de chavalos, a como les llama. Pero no siempre tiene suerte, nunca encuentra una empresa dispuesta a calzar a casi un centenar de chavalos listos para empezar la carrera.
No se rinde. Encuentra apoyo de amigos que la llaman para que pase por un par de tenis usados pero en buen estado. Así, poco a poco, y con la ayuda de familiares, amistades y vecinos, muchos de los futuros atletas sienten por primera vez como se corre con un par de deportivos enteros.
GANADORES
Este club de atletas de Acahualinca ya cuenta con varias medallas de participación y primeros lugares en carreras.
La más reciente fue en la carrera Juntos por la Cura, este club ganó el tercer lugar masculino otorgado a Junior Treminio y el tercer lugar femenino con la titular Indira Narvaez. Como club ganaron primer lugar masculino y femenino, los mejores tiempos fueron reconocidos a los chavalos de Acahualinca.
Managua Runners es uno de los patrocinadores de este club. En la carrera que conquistaron como campeones cinco de estos atletas fueron apoyados por esta organización.
Nelson “el pana” es el que inició con esta labor. Entrenador de muchos, de la misma Ángela incluso.
“Cuando regresé a correr vi el trabajo del Pana y no la pensé dos veces para integrarme y empezar a buscar patrocinio para estos chavalos, hoy es más que un compromiso continuar haciéndolo”, dice Ángela que toco nuevamente la pista hace cuatro años, tiempo que lleva trabajando para que los pequeños atletas no se desanimen.
Ángela acompaña a estos chavalos en los entrenamientos de Carlos Aguirre, un veterano de la rama de atletismo que también confía en que un día más de uno de ellos será un gran atleta.
Aunque es ingeniera industrial de profesión, muchas veces funciona como sicóloga con las familias de los chavalos. “Hay padres que no los dejan venir o les hacen creer que están perdiendo el tiempo porque esto no les está dando dinero… todo cambia cuando uno de ellos gana alguna competencia y lleva una canasta u otro premio en efectivo incluso”, comenta Ángela.
“CUALQUIER EDAD ES BUENA PARA CORRER”
Estudiante del Instituto Gaspar García Laviana, Ángela a sus 14 años se acercó un día a la pista de Acahualinca y decidió correr. “No veo tan lejano ese día cuando me enamoré del atletismo, a pesar que fue ya hace 30 años”, comenta Ángela.
Heredera de la resistencia y la pasión por este deporte. Hoy su padre de 81 años es uno de los veteranos que aún corre en la pista y en competencias panamericanas de 400 metros.
La calle fue el primer lugar donde corrió durante una liga infantil. Ahí corrieron más de cien chavalos y ella llegó de sexto lugar. “No me desanimó para nada, más bien me dieron más ganas de correr”, recuerda Ángela.
El entrenamiento de fondo y semi fondo es lo que continuaba y dos horas diarias de esta disciplina era la inversión. Valió la pena porque llevó orgullo a su escuela y a su padre que hasta el sol de hoy corre con ella cada tarde en la misma pista que de chavala conoció y que hoy se le suman décadas de descuido, monte que crece, un gimnasio que nunca se terminó de construir, delincuentes después de las seis de la tarde y cada mañana, condones y eses fecales.
Se convirtió en mamá a los 17 años y entre terminar el bachillerato iniciar la universidad y mantener su embarazo la pista se alejaba y se alejó por 15 años después de graduarse.
Pero antes, en su primer año de la universidad, representó a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en Costa Rica, donde conquistó el tercer lugar en 1,500 metros planos.
“Después de ese tiempo sentí una necesidad enorme de volver y lo hice y me encontré esta oportunidad de ayudar a estos chavalos”, dice Ángela que en 1988 en esa primera carrera del Repliegue conquistó el segundo lugar casi ganando a la victoriosa de ese día, María Antonieta Ocón.
Su regreso a la pista fue triunfal. Estrenando sus nuevos treinta, ya con dos hijas y una nieta, Ángela, una fuerte cuarentona logró el primer lugar en la categoría de veterana en la ruta Jinotepe-San Marcos-Las Esquinas-Diriamba-Jinotepe.
Hoy su competencia y reto se mide más allá de los kilómetros de asfalto. “Esto es un compromiso de corazón. Que estos chavalos se enteren que pueden hacer mucho más de lo que creen o les digan que pueden hacer con sus vidas”, afirma Ángela.
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