Irene López
Los sones o jarabes de marimba, conocidos como danzas o danzas de marimba, forman parte de las más importantes expresiones danzarias de Masaya. Las danzas de marimba tienen tres pasos: sencillo o básico, presente en casi todas las piezas de marimba; zapateado, presente en las piezas que tienen ritmos más alegre; cruzado, presente en pocas piezas, de posible procedencia africana por su difícil coordinación entre los ritmos de los pies y meneos de las manos, torso, faldas y cabeza.
Cada paso tiene de dos a tres combinaciones y variantes. Estos elementos imprimen dinámica, energía y fuerza a la ejecución danzaria.
Cada pieza se adorna o condimenta diferente: Unas se bailan “zangoloteadas”, otras “jamaqueadas”, otras “valseaditas”, otras “chancleteadas” o “taconeadas” y otras “ tiesecitas” o “asentadita” como almidonada. Los varones le ponen más piquete, energía y fuerza a la ejecución danzaria, siendo en este caso los adornos de los pies muy importante.
En nuestras danzas de marimba está presente el galanteo del varón, insistente y caballeroso ante su pareja de baile. Le sube y baja los brazos, voltea las manos, mueve los dedos, baja la cabeza, se agacha y la mira. Ella, acoplándose y moviéndose al mismo tiempo y ritmo de él, con desplazamiento fluido, suaves y cadenciosos, moviendo la falda, el abanico o el rebozo, se le acerca, se aleja, inclina el torso o cabeza, lo mira, marcando el ritmo pausado de la danza.
Poco a poco fui encontrando el sentido de estos movimientos, descubrí un lenguaje de identidad en el que participa todo el cuerpo al utilizar estos movimientos como si fueran palabras, al hablar con los pies, manos, uñas, ojos y pelo, en total armonía con la música, melancólica y sutil.
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