Conforme el tiempo transcurre desde las primeras apariciones de la Virgen de Guadalupe en 1531, ella no deja de sorprendernos de acuerdo al avance de los conocimientos científicos de la época. Primero convence a fray Juan de Zumarraga apareciendo e impregnándose en el tilma de Juan Diego, fray Juan de Zumarraga acepta y no puede negar lo que él mira con sus propios ojos en compañía de testigos allí presentes, cuando caen del tilma las rosas rojas —que no crecen en la ciudad de México en invierno—. El tilma se mantiene expuesto al público en buenas condiciones, a que los fieles lo toquen, al humo de las velas, a los bruscos cambios climáticos de la ciudad de México desde el siglo XVI al XX, ¡Tres prolongados siglos!
En el siglo XX durante la revolución arrojan una bomba al altar y el tilma solo sufre daños menores en sus extremos, un candelabro de hierro que estaba a su lado quedó retorcido. El tilma es celosamente guardado por la Iglesia durante la sangrienta persecución cristera en los gobiernos comunistoides de Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas.
En los cincuenta el químico Richard Khun, Premio Nobel, analiza el tilma, lo encuentra en muy buen estado y diagnostica que la pintura no es de origen animal, vegetal ni mineral. No sabe qué clase de pintura es adicionalmente se descubre que la imagen no está impregnada en el tilma, sino que “flota” a la distancia de un décimo de micra del lienzo, fenómeno físico también inexplicable hoy día.
En 1979 los científicos Philip Callagahan y Jody B. Smith estudian la imagen con rayos infrarrojos y reafirman el estado físico del tilma, no pueden decir de qué están hechos los colores porque mantiene luminosidad y brillantez. La tecnología digital da preciosa nueva luz a uno de los fenómenos que es una incógnita para la ciencia: el misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe. Los resultados de esta investigación fueron revelados por el ingeniero peruano José Aste Tonsman, del Centro de Estudios Guadalupanos de México, en el ateneo pontificio Regina Apostolorum, de Roma. En el ojo derecho aparecen otras personas de pie detrás de una mujer. Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión de Aste Tönsmann. El cómo se ha realizado algo tan maravilloso no es posible descifrarlo con métodos científicos. El investigador peruano ofrece un por qué: considera que en los ojos de la Virgen hay un mensaje “escondido” reservado para nuestro tiempo, siglo XXI, en el que la tecnología es apta para descubrirlo, y cuando este mensaje es más necesario.
“Este puede ser el caso de la imagen de la familia en el centro del ojo de la Virgen, en una época en que la familia está bajo un serio ataque en nuestro mundo moderno”. Un mensaje, además, universal y antirracista, pues varias etnias se encuentran reflejadas. El autor es politólogo.
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