La declaración del presidente Chávez previa a su última operación, proclamando como su heredero político al vicepresidente Maduro, ha desatado una serie de conjeturas sobre el futuro de Venezuela y por supuesto sobre el futuro del chavismo. Cuando Capriles, después de aceptar su derrota en las pasadas elecciones venezolanas, pidió a sus votantes no desanimarse y que confiaran en que los tiempos de Dios son perfectos, sabía lo que estaba diciendo y hasta me atrevería a asegurar que estaba en posesión de información clasificada sobre la gravedad de la enfermedad de Chávez. Hoy, a un poco más de 20 días de la toma de posesión para un nuevo mandato, la pregunta dejó de ser si su enfermedad tendría o no un desenlace fatal, para dar paso a la de cuan cerca está ese día.
Esta es la realidad a la que se encuentra enfrentado el chavismo. Mi opinión es que sin Chávez no hay chavismo y la razón es muy sencilla. El proyecto político de Chávez es personalísimo y para poder llevarlo a cabo ha tenido que pagar su precio en oro negro, sin que hasta la fecha se vislumbren avances significativos en la geopolítica latinoamericana que evidencie algún progreso del socialismo del siglo XXI. Los pocos países que Chávez ha logrado captar no tienen ninguna influencia política y mucho menos económica en Latinoamérica, sino más bien por el contrario, están entre los países más pobres con Nicaragua a la cabeza. El sueño de un ejército bolivariano no prosperó, al sucre no le veo futuro, los miles de millones de dólares gastados en armamento para la “defensa” del nuevo orden mundial se quedarán en las bodegas enmoheciéndose. E independientemente de quien gane las próximas elecciones, que habrán de celebrarse en Venezuela por orden constitucional, puedo asegurarles que esa persona, ya sea Maduro o Capriles, se preocupará más por los problemas internos que heredará que por seguir un proyecto mesiánico que jamás tuvo una oportunidad real de materializarse.
La pregunta del millón es ¿qué va a hacer Ortega ante el terremoto político que se avizora en Venezuela? Cerrar los ojos o hacer las del avestruz sería lo menos aconsejable y si se le ocurriera la peregrina idea de radicalizar aun más su administración por la vía de las armas, esto a lo sumo lo que lograría sería llevar más sufrimientos, limitaciones y polarización a nuestra sociedad. Combinación que al final del día resulta fatal para las dictaduras. De manera que es la hora de escuchar el clamor de nuestros obispos, los que tienen rato de estar pidiendo un diálogo nacional que nos comprometa a todos con una Nicaragua mejor, con igualdad de oportunidades y con respeto absoluto por nuestras leyes y Constitución está llegando.
Ortega tiene la palabra, el incremento del gasto social, la energía, gasolina, etc. lo obligará a tomar una decisión. La misma decisión que en su momento ignoró Somoza, Gadafi y más recientemente el muy pronto expresidente de Siria. Si todos aquellos para quien Chávez ha sido su mecenas quieren seguir desgarrándose sus vestiduras por el dolor de su posible pérdida, háganlo. Pero no intenten arrastrarnos a un socialismo al estilo del que quisieron imponernos en los ochenta, porque no duden que el final será el mismo.
El autor fue comandante de la Resistencia Nicaragüense y actualmente es miembro del PLI.
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