La columnista del periódico estadounidense The Wall Street Journal, Mary Anastasia O´Grady, ha cuestionado con fuerza la nominación, por parte del presidente Barack Obama, del senador John Kerry para nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, en sustitución de Hillary Clinton.
Con el nombramiento de Kerry “no hay que esperar muchos aplausos de los atribulados partidarios de la democracia al sur de la frontera estadounidense”, asegura O´Grady, quien recuerda la trayectoria en política exterior del senador y excandidato presidencial del Partido Demócrata. Y destaca sobre todo sus actuaciones en relación con la procomunista dictadura sandinista, en la Nicaragua de los años ochenta del siglo pasado. trayectoria
Señala O´Grady que “Los antecedentes de Kerry en la promoción de los valores estadounidenses en el exterior son deprimentes. No es que se oponga a la intervención estadounidense, todo lo contrario. El problema es que tiene la costumbre de intervenir a favor de los villanos. Su concepción izquierdista del mundo y su convicción de que su destino es imponérsela al resto podrían hacerlo encajar a la perfección en el gabinete de Obama. Pero no será beneficioso para los países pobres ni para los intereses estadounidenses”, reflexiona la columnista.
O´Grady recuerda que “en 1985, en medio de la Guerra Fría, (Kerry) encabezó una delegación de legisladores a Nicaragua, donde se reunió con el comandante sandinista Daniel Ortega. La reputación de los sandinistas como violadores de derechos humanos ya estaba bien establecida y los soviéticos estaban asediando América Central. De todas formas, a su regreso de Managua, Kerry se mostró partidario de poner fin al apoyo estadounidense a la resistencia conocida como los Contras. La Cámara de Representantes siguió su recomendación y rechazó un paquete de ayuda de US$$14 millones para los Contras. Al día siguiente, Ortega voló a Moscú para obtener US$$200 millones en ayuda del Kremlin”.
La comentarista política estadounidense expresa: “No está claro si Kerry se dio cuenta de que estaba intercediendo a favor de los opresores. Vamos a asumir que se trató simplemente de un inocente que creyó la propaganda soviética y cubana. ¿Pero acaso una falta similar de conocimiento explica por qué, cuando se postuló a la presidencia de EE. UU. en 2004, le dijo a una audiencia en Boston que la guerrilla colombiana, famosa por asesinar y mutilar civiles, ‘tiene quejas legítimas’”?
O´Grady recuerda que la candidatura presidencial de Kerry fue respalda por el comandante sandinista Tomás Borge. Señala también que Kerry defendió al expresidente chavista de Honduras, Manuel Zelaya, y presionó al Gobierno que lo sustituyó, para que reconociera que lo habían derrocado mediante un golpe de Estado.
“Todas estas actividades tienen un patrón en común y es que Kerry continuamente está en el lado equivocado de la historia. Pedirles a los estadounidenses que crean que su desempeño como secretario de Estado será diferente es pedirles que crean en lo inverosímil”, concluye María Anastasia O´Grady en su artículo titulado: “Los funestos antecedentes de John Kerry en América Latina”.
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