Edgard Rodríguez
Zona de Strikes
Si no se tuvo piedad con Joe Jackson o Pete Rose, no veo por qué habría que pasar por alto las trampas a las que recurrieron una serie de peloteros que ahora son candidatos al Salón de la Fama.
Jackson tuvo average de .356 en 13 años de carrera, con 12 campañas sobre .300 y una de .400. Esos números los consiguió limpiamente. Sin truco. Pero se vendió en una Serie Mundial.
Y en la Serie Mundial en la que se vendió en 1919 bateó .375 (32-12), pero le cayó el peso de la ley. Y quedó fuera no solo como eventual candidato al Salón de la Fama. Quedó fuera del beisbol.
El caso de Rose no es muy distinto. Acumuló 4,256 hits en su carrera de 24 años, en la que resumió .303 de promedio. Diez campañas con 200 hits, 17 Juegos de Estrellas y una vez Jugador Más Valioso de la liga.
Eso lo consiguió a base de trabajo duro, con dedicación extraordinaria y una pasión que muy pocos han tenido en el juego, pero apostó y eso le privó de ir a Cooperstown.
Tanto Rose como Jackson transgredieron la ética y la moral, pero sabemos que sus logros en el campo fueron legítimos. ¿Podemos decir lo mismo de Roger Clemens, Barry Bonds y Sammy Sosa?
Estos recurrieron a sustancias para mejorar su rendimiento. Ya ni se sabe qué es cierto en sus cifras. Y claro, la sustancia no hace bueno a un mal bateador, pero le detiene el proceso de envejecimiento y le recarga sus energías.
Lo que pasa es que ahora todo se quiere relativizar, y de esa forma justificamos la falta de integridad. El día que se escoja para el Salón de la Fama de los tramposos, ahí van a tener chance muchos. Para Cooperstown, no.
Twitter: @EdRod16
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