FORT MEADE/EE. UU./AFP
El soldado Bradley Manning reveló ayer por primera vez que buscaba crear un debate público sobre el comportamiento de su país en las guerras de Irak y Afganistán, al realizar una de las mayores filtraciones de la historia de Estados Unidos.
La matanza de civiles con un helicóptero en Irak en 2007 le demostró que en el ejército había una “exquisita sed de sangre”. Aunque era un soldado raso, su condición de analista informático le permitía acceder a múltiples bases de datos protegidos, y centenares de miles de empleados del Gobierno y del sector privado que trabajan para los militares.
El exanalista de inteligencia, de 25 años, leyó una declaración escrita en la cárcel, en la que explicó por qué se convirtió en el “topo” de WikiLeaks, transmitiéndole seis meses entre 2009 y 2010 documentos militares sobre las guerras y 260,000 cables del Departamento de Estado.
Manning, quien se describió como un apasionado por la geopolítica y por las tecnologías de la información, se declaró culpable de 10 de los 22 cargos que le imputa la justicia militar, aunque se considera inocente de las acusaciones más graves, entre ellas “colusión con el enemigo”, por la que puede ser condenado a cadena perpetua.
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