Carlos Tünnermann Bernheim
El cuerpo de una mujer de lindo rostro, en un contorno de extraordinaria luminosidad, es el símbolo escogido para esta nueva propuesta Mujer y Arte 2013, obra del consagrado maestro Sergio Velázquez.
El cuerpo femenino, que Darío justamente ensalzó en inmortales versos: “Carne, celeste carne de la mujer ¡oh maravilla!” , ha sido, desde tiempos inmemoriales, objeto de la inspiración de pintores y escultores. Recordemos que la primera escultura conocida, del período paleolítico, es, precisamente, la de una mujer: una matrona de voluminosos pechos y abultado vientre, la famosa estatuilla de piedra caliza bautizada como la Venus de Willendorf.
[/doap_box]
Mas la mujer no se ha contentado con servir de inspiración para los artistas masculinos. Desde siglos atrás, ha librado una dura batalla para imponer su presencia en todas las manifestaciones artísticas y, particularmente, en las artes plásticas.
En la historia universal del arte larga ha sido la lucha de la mujer para alcanzar reconocimiento como artista. No le fue fácil ser aceptada como alumna en las Academias de Bellas Artes y, cuando finalmente lo fue, se le prohibió asistir a las clases de desnudos, obligándola a limitarse a cultivar géneros considerados entonces como “menores”: la naturaleza muerta o el paisaje. También, al principio, se le negó exponer en los famosos Salones de París.
Las historias del arte, por buen tiempo, la ignoraron y lo mismo sucedió con los críticos, que privilegiaron las obras creadas por hombres. Pero la mujer, con tenacidad, poco a poco se fue imponiendo gracias a la innegable calidad de sus obras.
En Nicaragua, la presencia de la mujer en todas las disciplinas artísticas, y particularmente en las artes plásticas, es hoy muy significativa. Y la mejor prueba de ello es la muestra que hoy inauguramos, con la participación de veintiséis mujeres que pese a sus obligaciones familiares o profesionales se consagran con seriedad y disciplina a su trabajo artístico. Esta nueva propuesta Mujer y Arte 2013 así lo demuestra.
Comprueben, una vez más, el dominio que la mujer nicaragüense ha alcanzado en las artes plásticas. Y es que cuando los pinceles son manejados por las diestras manos de una mujer los colores parecieran disfrutar de una maravillosa fiesta.
Ver en la versión impresa las páginas: 6 B