Ayer se cumplieron 59 años de los “Sucesos de abril”, una heroica conspiración democrática contra la dictadura del general Anastasio Somoza García que fracasó y fue reprimida de manera sangrienta.
La conjura del 4 de abril de 1954 fue organizada por un grupo de patriotas nicaragüenses, militares y civiles, quienes se proponían derrocar a la dictadura, instalar un gobierno provisional y convocar a elecciones libres para comenzar un proceso de democratización de Nicaragua. Sin embargo, en la víspera del alzamiento, los dirigentes de la conspiración cambiaron el plan y decidieron asesinar al dictador, lo cual motivó a algunos de los rebeldes a no seguir participando en la preparación del complot, pues sus valores éticos y principios cristianos no les permitían participar en el asesinato de nadie, aunque fuese por motivos políticos y se tratara de un infame dictador.
Según informó el Diario LA PRENSA en su edición del domingo 25 de abril de 1954, esos entretelones del complot los aclaró el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en la declaración que como indiciado rindió el día anterior ante un juez somocista, quien poco después lo condenó a varios años de prisión.
La conspiración contra el general Somoza García, aquel 4 de abril de 1954, fracasó porque el dictador cambió súbitamente su itinerario y no pasó por el lugar donde los rebeldes montaron la emboscada. Sorprendidos por la Guardia Nacional, algunos de los conjurados fueron liquidados en el mismo momento de ser capturados, a otros los asesinaron cuando ya estaban en prisión, después de someterlos a crueles y sádicas torturas, y en general toda la oposición fue sometida a la represión vengativa de la dictadura militar somocista.
Los intérpretes de la historia aseguran que los individuos y los pueblos necesitan la memoria histórica, para poder convertir el pasado en sabiduría y no volver a cometer los mismos errores del pasado. Pero también está dicho que lo que más enseña la historia es que nadie aprende las lecciones históricas. Esto se refiere particularmente a que quienes más deberían aprender de la historia, como son los políticos y en particular los que llegan a tomar el poder, son los que menos aprenden de ella.
En realidad, en el caso de los sucesos del 4 de abril de 1954, nadie y menos los gobernantes deberían olvidar que aquellos trágicos hechos ocurrieron por la falta de libertad y democracia, porque el pueblo no tenía derecho de escoger y cambiar gobiernos en elecciones libres y transparentes, porque el dictador Somoza atropellaba la Constitución y hacía fraudes electorales para reelegirse y mantenerse en el poder, porque la justicia no era independiente y el país había sido convertido en una hacienda familiar.
Tampoco se debería olvidar que a pesar de que la rebelión del 4 de abril de 1954 fue sangrientamente aplastada, hubo después otras conjuras, rebeliones e insurrecciones, hasta que el somocismo rodó por el suelo dejando una larga estela de luto y destrucción. Si aprendieran de esa historia, los actuales gobernantes no estarían llevando el país a una situación igual o muy parecida a la de 1954, de atropellos a la Constitución, fraudes electorales, corrupción desmedida y formas autocráticas de gobernar. Pero todo tiene su tiempo y tendrá que llegarles el momento de aprender, como aprendieron los Somoza.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A