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Los dos sospechosos de las explosiones en la línea de meta del maratón de Boston, el lunes, al centro de la imagen. LA PRENSA/AFP/FBI

EE. UU. vive nueva tragedia

Más de 700 policías, paramédicos, bomberos y voluntarios buscaban sobrevivientes entre los escombros de casas y edificios derruidos tras la poderosa explosión del miércoles a las 8:00 de la noche (hora local) en la planta de fertilizantes West en la localidad del mismo nombre en Waco (Texas), cuya onda expansiva dañó numerosas viviendas y podría haber provocado hasta 15 muertos y más de 160 heridos.

BOSTON/TEXAS/AFP/EFE

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El 19 de abril de 1992 murieron 81 personas que pusieron sus vidas en manos de su líder David Koresh, dirigente de la secta de los davidianos en Waco, cuando fuerzas de seguridad decidieron lanzar gases lacrimógenos contra el rancho de Monte Carmelo, la sede de la secta, para poner fin al “sitio” que había comenzado el 28 de febrero en busca del Koresh.

El 16 de abril de 2007, el estudiante surcoreano Cho Seung Hui, de 23 años, mató a 32 personas en la Universidad Politécnica de Virginia antes de suicidarse.

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La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) difundió ayer fotos y vídeos de dos hombres sospechosos de perpetrar el doble atentado en el maratón de Boston el lunes, que dejó tres muertos y 183 heridos. Los sospechosos están “armados” y son “peligrosos”, afirmó el jefe del FBI en Boston, Richard DesLauriers.

La publicación de las imágenes tuvo lugar pocas horas después que el presidente Barack Obama advirtiese, al encabezar un servicio ecuménico en Boston, que EE. UU. va a “encontrar” y “llevar ante la justicia” a los autores de las explosiones.

Además, las autoridades federales acusaron ayer a Paul Kevin Curtis, arrestado el miércoles por enviar cartas venenosas a Barack Obama y un senador, de amenazar “con matar o ejercer daño físico al presidente de EE. UU.”. Los cargos impuestos le exponen a una pena máxima de 15 años en prisión, 500,000 dólares en multas y tres años de libertad supervisada. Curtis, imitador de Elvis Presley, ha sido descrito como aficionado a las teorías conspiratorias.

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Más de 700 policías, paramédicos, bomberos y voluntarios buscaban sobrevivientes entre los escombros de casas y edificios derruidos tras la poderosa explosión del miércoles a las 8:00 de la noche (hora local) en la planta de fertilizantes West en la localidad del mismo nombre en Waco (Texas), cuya onda expansiva dañó numerosas viviendas y podría haber provocado hasta 15 muertos y más de 160 heridos.

Esta explosión, los atentados de Boston el lunes y la alarma por el envío de cartas envenenadas al presidente Barack Obama y dos senadores han sumido al país en una “semana negra” al cumplirse los aniversarios de las matanzas que más han conmocionado en los últimos 15 años, a excepción de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

La explosión en West provocó una bola de fuego de unos 30 metros de ancho que dio paso a una nube en forma de hongo, según testigos. Los expertos la comparan con un sismo de magnitud 2.1. Obama ofreció sus plegarias y las de la nación a la población de West, pueblo de 2,800 habitantes, hogar de una pujante comunidad checa, emigrada a fines del siglo XIX.

La fábrica de fertilizantes fue multada por reguladores en 2012 por problemas en el transporte de materiales peligrosos.

Gran parte de West fue evacuada la noche del miércoles y el gobernador de Texas, Rick Perry, confirmó que las escuelas locales permanecerán cerradas por el resto de la semana. “Les ruego que se unan a mí en la oración por las víctimas de la explosión en Texas y por sus familias”, escribió en inglés el papa Francisco en su cuenta en Twitter.

La planta almacenaba 24.5 toneladas de amoniaco y tras el estallido, que devastó entre 50 y 60 casas, se temió que hubiese gases tóxicos dispersándose en el área. La calidad del aire por el humo potencialmente tóxico seguía siendo una de las principales preocupaciones, según el sargento Patrick Swanton, quien afirmó que en función de los vientos se podría disponer de nuevas evacuaciones de pobladores de la zona.

Teresa Wallace y su sobrina pudieron evitar lo peor de la explosión, pero recibieron la orden de evacuar su domicilio antes del amanecer. “La puerta del garaje y la chimenea hicieron implosión, pero permanecimos en el interior hasta que la Policía vino a golpearnos la puerta”, señaló la mujer. Ambas se alojaron en una de las últimas habitaciones disponibles en un hotel de la esquina de su casa. Wallace se dio cuenta en el lugar que no tenía su carné de identidad ni sus tarjetas de crédito. Un desconocido pagó la cuenta por ella.

Internacionales Boston Estados Unidos archivo

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