El reciente informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos confirma lo que durante los últimos años de gobierno del ahora presidente inconstitucional, Daniel Ortega Saavedra, se ha venido gestando en el país: la instauración de una tiranía “refinada y moderna” y una flagrante violación a los derechos humanos.
El informe recoge las denuncias que los organismos defensores de derechos humanos, sociedad civil, ciudadanos a título personal, partidos políticos, prisioneros, medios de comunicación independientes, Iglesia católica y otros han formulado en distintos momentos: el régimen autoritario ha menoscabado los derechos fundamentales de los nicaragüenses, transgrediendo así desde la Constitución Política de Nicaragua hasta el instrumento jurídico más pequeño del país.
Las restricciones al derecho de los ciudadanos a votar y la corrupción generalizada en instituciones del Estado como la Policía, el Consejo Supremo Electoral (CSE), la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y otros órganos de Gobierno son, entre otros, los abusos cometidos en Nicaragua, señalados por el Departamento de Estado de EE. UU. en su informe anual.
Entre las violaciones a los derechos humanos de los nicaragüenses también se señala la violencia social, en particular contra las mujeres y las personas de la diversidad sexual.
El informe resalta que, en los últimos años, en Nicaragua el poder político se ha concentrado en un solo partido, con un ejecutivo cada vez más autoritario. Y lo peor es que hay serviles y miserables cuya mezquindad humana raya en lo bárbaro, que por estar “ordeñando” las bonanzas que le da cooperación venezolana a la familia presidencial, dicen: “estamos en el poder y qué. Yo no sudo calentura ajena, es calentura propia”. Como diría un amigo: ¿Que tal?
El documento recuerda que observadores internacionales y nacionales apreciaron “graves deficiencias” en los comicios en los que fue reelecto el presidente inconstitucional, Daniel Ortega, en noviembre de 2011. También señala graves fallas en las elecciones municipales de noviembre de 2012, resaltando el tratamiento diferenciado con que la Policía reaccionó a protestas de la oposición, después de las cuestionadas elecciones municipales de noviembre pasado, como sucedió en Nueva Guinea y Ciudad Darío.
Con la captura del estadounidense Eric Justin Toth, uno de los 10 fugitivos más buscados por el FBI capturado en Nicaragua y deportado a su país, la directora de facto de la Policía, Aminta Granera, pretende sacar rédito al hecho y parece obviar la montaña de cuestionamientos a ella y a la institución que dirige bajo las órdenes políticas de Ortega. La lista de cuestionamientos de todo tipo no alcanzaría en este espacio.
Por eso es que Nicaragua necesita de personas idóneas para unir no a liberales u oposición —que además de mezquina y torpe, tiene “líderes” que ya demostraron ser inútiles y aprovechados cuando estuvieron en cargos públicos—. No tomaron en cuenta el clamor de su pueblo y lo que el país requería integralmente para avanzar. Eran tan miserables que ni las migajas le dejaban al pueblo y todo desembocó en una inmundicia.
Luego Ortega, aprovechándose de las necesidades y del temor que empezó a infundir en quienes le cuestionaban su estilo autoritario, hacía que los “programas sociales” con marcada intención de sometimiento político parecieran las grandes bondades de él y que los gobiernos de derecha no hicieron. Aquí lo condenable es lo que no hicieron los inútiles de la derecha y el oportunismo de los neoliberales del FSLN, encabezados por Ortega.
Entonces, necesitamos de una persona que para el 2016 se convierta en un presidente de la República que respete los derechos humanos, logre restaurar la democracia, la institucionalidad, la justicia y el bienestar común mediante un verdadero desarrollo, pero se requiere que las bases exijan a los dirigentes políticos opositores que trabajen alrededor de ese candidato que una, no a un porcentaje de nicaragüenses, sino a todos: liberales, sandinistas, conservadores, cristianos, etc.
Ese candidato existe, solo es cuestión de quererlo ver y trabajar desde ahora con él y decirle al pueblo cuál es la opción. Pero hay que tener cuidado con escoger al candidato porque ahora surgen unos cuantos oportunistas que, ante esta crisis de liderazgo, se ofrecen como la salvación del país. Hay que garantizar el respeto a los derechos humanos y que no avance la tiranía.
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