Circulo del malavarista
Ezequiel D´León
Hace poco una muy buena amiga me preguntaba qué era para mí un cuento. Le respondí con la sencillez que un niño tendría para responder: “Un cuento es un texto que cuenta algo que le sucede a alguien”. Desde luego, es una definición minimalista, simplista diría alguien con justicia, porque abarca entonces en sí en categoría de cuento las crónicas periodísticas, los poemas, los artículos, las novelas y todo texto que cuente que algo sucede a alguien …
Entonces quedé mudo ante mi propia respuesta. Pero pienso que a estas alturas, en la literatura, hablar de géneros literarios como tipologías bien definidas es imposible. Todo es cuento, todo también es poesía.
La clasificación de géneros literarios es un criterio nacido de la academia, es decir, nacido del estudio de la literatura, para el que se hace necesario tener claro qué se va a entender por cada cosa. Pero el fenómeno de la creación literaria es anterior a todo estudio. En la escritura se da el laboratorio de eso que emerge sin clasificación.
Jorge Luis Borges escribió cuentos en formato de artículos literarios; el mejicano José Agustín hace cuentos desde el mero chacuatol espontáneo del habla popular y la taquigrafía, y a veces he leído novelas que son verdaderos poemas elegíacos. En fin.
Así que hablar de géneros literarios es válido en la medida en que se haga con fines de desarrollar estudios académicos, pero siempre será un conflicto tener clasificaciones rígidas a la hora de crear como autores.
Me quedo pensando La tentativa de encontrar cuentos en la guía telefónica, en la publicidad, en la envoltura de un caramelo La tentativa de descubrir poesía en letreros de negocios populares Es posible esto solo si dejamos que nuestra mirada se abra al asombro del encuentro de estas sorpresas, más allá de los géneros.
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