Aunque es de sobra conocida la desgracia que impera en el sistema de Seguridad Social del país, no está de más recordar al Gobierno de Nicaragua que esta situación tarde o temprano tiene que corregirla no solo a lo interno de la institución competente, sino también en su relación con los “comerciantes” de la salud pública.
Es pavoroso leer los argumentos que brindó a través de una entrevista a LA PRENSA el domingo pasado, el experto en Seguridad Social, Manuel Israel Ruiz, quien retrata fielmente la barbarie que se vive las 24 horas cuando un asegurado o un jubilado llegan a las distintas empresas médicas previsionales para recibir la atención que han pagado por adelantado y durante muchos años.
Reproduciendo algunas preguntas y respuestas de la entrevista del periodista Eduardo Cruz, uno queda claro de las zanganadas en el sistema de Seguridad Social.
Cruz pregunta: ¿Usted hace uso del Seguro Social?
Ruiz responde: No hago uso yo, después de 36 años que coticé, no he ido ni una sola vez.
—¿Por qué?
—No me gusta que me maltraten.
—¿Por qué dice eso?
—He ido con mi nieto, he ido con algún amigo y veo que hay maltrato, la forma en cómo te tratan, como que llegás a pedirles favores. Muchas personas no van porque el médico ni siquiera te alza la vista, ni siquiera te pregunta, no hace un diagnóstico de cuál es tu mal, simplemente te da una receta y ni siquiera te mira que te pongás de pie, no te da la mano, no para saludarte sino para verte qué potencia tenés en los dedos. Simplemente te ven como un número más, no como una persona.
Falta de transparencia, corrupción o como se le quiera llamar, desconfianza del asegurado y/o jubilado, maltrato, mentiras que fomentan el pillaje, derroche en gastos administrativos, una jungla de empresas médicas previsionales, en fin, de todo un poco, es lo que permite que en Nicaragua el Seguro Social en vez de ser (como expuso Ruiz) el mejor instrumento que tiene la sociedad para resolver sus problemas en momentos difíciles, se convierta en una pesadilla, casi siempre. Hay quienes corren con “suerte” y la atención que reciben no es la ideal, pero es buena en relación con lo que se padece.
Mientras las empresas médicas previsionales crecen y eso está a la vista de cualquiera, al menos en Managua, las autoridades dicen que el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) tiene serios problemas económicos al borde de la quiebra. Pero ¿cómo puede ser posible este contrasentido? Alguien o varios deberían estar en la cárcel porque dilapidan el dinero de los asegurados, quienes además de enterar la correspondiente cuota al Seguro, también pagan el Impuesto sobre la Renta (IR).
Poner orden en el sistema de Seguridad Social es una de las prioridades que debe atender el gobierno del presidente inconstitucional Daniel Ortega Saavedra. No puede ser que mientras a los asegurados y/o jubilados que pagan y pagaron sus cotizaciones se les entrega medicamento de baja calidad, el INSS se dé el lujo de hacer inversiones o préstamos cuyas ganancias no se ven retribuidas en una excelente atención. Por favor, es dinero nuestro. Si esto no se corrige, el INSS no tiene sentido porque seguirá siendo además de una caja chica, una institución que el Gobierno utiliza para sacarle de forma descarada el dinero a todos los asalariados.
Es común ver, escuchar y vivir en carne propia cuando le dan atención médica y medicinas de menor efectividad a la gente. Algunos o varios, no todos de los “benditos” médicos que se creen iluminados, además de regañar al paciente (lo cual es un abuso) porque le complican su trabajo, recetan medicamento barato porque si no, el dueño de la empresa médica previsional “pega el brinco” y el superior del médico le llama la atención y si sigue en ese plan perjudicando el pecunio de la empresa, puede perder su trabajo. Estos son los abusos que se deben corregir con mano dura. Con todo el peso de la ley.
Ortega debe prestar atención especial a todos los planteamientos que formuló Ruiz el fin de semana. Y los miles de asegurados y jubilados tienen que ejercer más presión para que la atención que se brinda en la Seguridad Social sea excelente, pues los negociantes de la salud pública no deben jugar con el pueblo.
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