Luis E. Martínez
Como en la “batalla” descrita en uno de los mensajes de la Virgen María a tres niños en Fátima (Portugal), los pobladores del municipio matagalpino de Rancho Grande “están librando una batalla infernal” en diversas situaciones sociales, políticas, económicas y ambientales, consideró el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos.
“Ellos toman ese frijol de primera calidad y lo venden a otros países a precios que son millonarios”, enfatizó el obispo.
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Ante más de 8,000 personas, el jerarca católico presidió este lunes las solemnidades religiosas en honor de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, patrona del municipio, y en la homilía destacó que Rancho Grande “está siendo ejemplo nacional e internacional” porque con su actitud radical “han logrado mantener la unidad” en busca del bien común, sabiendo diferenciar ese concepto del bienestar individual.
Precisó que el bienestar “pueden ser algunas láminas de zinc o algunos animalitos regalados o alguna ayudita económica”, mientras que el bien común implica “establecer bases sólidas para que toda la población logre un progreso comunitario que beneficie a las familias a largo plazo”.
“Sé que todos están trabajando por la autonomía en el municipio”, dijo el obispo, explicando que en Rancho Grande “es importante que se apliquen y respeten las leyes que regulan a los municipios del país, que se supone que son leyes que promueven la autonomía municipal”.
Los cuestionados resultados de las elecciones municipales del año pasado permitieron que el partido del inconstitucional presidente Daniel Ortega obtuviera los cargos de alcalde, vicealcalde y nueve concejales, para sumar 11 votos en el seno del Concejo, máxima autoridad del municipio.
Pero los opositores Partido Liberal Independiente (PLI) y Partido Liberal Constitucionalista (PLC) tendrían mayoría con 12 concejales y, tras cinco meses de pugnas y persecuciones del oficialismo, el 4 de mayo reciente realizaron una sesión extraordinaria en la que destituyeron a la designada alcaldesa orteguista, María Isabel González Amador.
Los orteguistas rechazan esa decisión y aunque nunca han querido brindar declaraciones a LA PRENSA, en marchas que han realizado en el pueblo y a través de volantes exigen la destitución de los concejales opositores, a quienes acusan de haberse negado a sesionar cuando fueron convocados.
Dirigiéndose a los feligreses en general, en su homilía de ayer, el obispo Álvarez exhortó a los pobladores a que “sigan trabajando por la paz, pero de la mano de la justicia” y “nunca recurrir a la violencia”, pero tampoco permitir que gente foránea llegue a decirles qué hacer en el territorio.
También los exhortó a “resistir” ante los chantajes y amenazas de los que puedan ser víctimas.
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