Lucydalia Baca Castellón
Desde niña Meyling Lindo soñó con ser ingeniera. Al concluir el bachillerato ingresó a la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), pero mientras cursaba el segundo año se embarazó y tuvo que abandonar los estudios para buscar un trabajo. La única opción laboral que encontró fue como operaria en una fábrica textil de zona franca.
“Eso fue hace cinco años y a pesar del maltrato permanecí en la fábrica hasta hace ocho meses, cuando mi hija que ahora tiene 4 años se enfermó. Hace dos años retomé mis estudios en la modalidad dominical en la UCC (Universidad de Ciencias Comerciales). Por falta de dinero para convalidar las notas tuve que empezar de cero. Mi esposo y mi mamá me ayudan y yo vendo ropa interior, pero si no consigo un trabajo fijo pronto tendré que abandonar nuevamente los estudios y el tiempo de estudiar pasa, ya tengo 24 años”, lamenta Meyling.
La dificultad para encontrar trabajo no es un problema exclusivo de esta joven; reportes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que el desempleo afecta a unos 75 millones de personas menores de 24 años en el mundo. Casi 13 millones de los afectados viven en América Latina y el Caribe y según los datos oficiales más recientes, al menos medio millón está en Nicaragua.
“Según la Encuesta de Medición del Nivel de Vida del 2009, en Nicaragua tenemos a 553,000 jóvenes (entre 15 y 29 años) que ni estudian ni trabajan”, explica Sonia Vanegas, gerente de país ManpowerGroup.
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- Para Sonia Vanegas, gerente de país ManpowerGroup en Nicaragua, dentro de los factores que impiden la inserción de los jóvenes al mundo laboral están:
Aun los que han estudiado una carrera carecen de habilidades relevantes, tienen conocimientos generales o teóricos que no los preparan para tareas reales del trabajo.
Además, no disponen de oportunidades específicas para mejorar creativamente la manera en que cooperan, se comunican y piensan, habilidades que les permitirán centrarse en las necesidades de una empresa.
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Según la OIT en América Latina y el Caribe en el 2008 la tasa de quienes no estudian ni trabajan se situaba alrededor del 19.8 por ciento.
¿Por qué es difícil que los jóvenes encuentren un empleo? La especialista de Manpower menciona que la mayoría de los jóvenes no disponen de la experiencia y certificaciones que generen la confianza del empleador, que además está renuente a invertir en su capacitación y termina optando por un adulto para el puesto.
Asimismo, el mercado laboral también carece de plazas con habilidades de trabajo de nivel inicial y la mayoría de los empleos que se generan están en el sector informal y esto no permite el desarrollo laboral del joven.
SITUACIÓN PUEDE EMPEORAR
Recientemente la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Elizabeth Tinoco, advirtió que en la actualidad el desempleo afecta al 12.9 por ciento de los 106 millones de jóvenes de la región, y de no ponerse en práctica políticas que mejoren las oportunidades para este segmento de la población, la tasa de desempleo juvenil podría seguir incrementándose hasta alcanzar un 13.6 por ciento en el 2018.
La OIT atribuye el alto nivel de desempleo juvenil a dos tipos de desajustes de competencias: el que se da entre la oferta y la demanda de competencias profesionales, y el que se refiere a las habilidades de los jóvenes y las exigencias de los cargos.
En Nicaragua, Vanegas lo achaca principalmente a las fallas en las políticas inclusivas de los sistemas educativo y laboral; y a la falta de cohesión social. “Las carreras técnicas deben impulsarse más. Los jóvenes tienen problemas dentro del mercado porque carecen de las habilidades, información y relaciones que los coloquen en empleos de nivel básico que ofrezcan posibilidades de desarrollo profesional”, señala.
CRISIS LOS AFECTA MÁS
Según Vanegas, durante más de una década se ha acumulado evidencia que demuestra que los jóvenes desempleados siguen una trayectoria más problemática que los adultos en las mismas condiciones. En consecuencia, muchos enfrentan obstáculos significativos para obtener un empleo decente y prosperar en donde inician. Y en época de crisis generalmente son los primeros en ser despedidos, haciendo más difícil para ellos mejorar sus habilidades y experiencia de forma consistente.
Eso los lleva a enfrentar largos períodos de desempleo o de subempleo significativo, en trabajos que no ofrecen oportunidades profesionales, dice Vanegas.
CAMBIAR PANORAMA
El dirigente de la Confederación Sindical de Trabajadores José Benito Escobar, Luis Barbosa, coincide con Vanegas en que el impulso de la educación técnica es fundamental para contrarrestar el desempleo juvenil.
Según Barbosa, el programa Mi Primer Empleo, que promueven el Gobierno, empresarios y sindicatos, trata de aprovechar al máximo la posición de ventaja que otorga el bono demográfico.
Entre las acciones concretas que el ha impulsado, Barbosa destaca el acuerdo tripartito sobre salario mínimo firmado con las empresas de Zona Franca, que garantiza unos 10,000 empleos nuevos por año para personas de entre 16 y 30 años. Y el crecimiento del sector construcción donde “poco a poco” se ha comenzado una capacitación masiva para garantizar mano de obra calificada.
EMPLEADOR DEBE CAMBIAR
Para Vanegas los empleadores también deben contribuir “modificando su mentalidad”, para considerar a los candidatos que no cubren todas las especificaciones del puesto, pero cuyas deficiencias puedan cubrirse con métodos costeables y efectivos.
Vanegas y Barbosa coinciden en la necesidad de cambiar los planes de estudio. Para que la oferta de habilidades no siga divorciada de la realidad y los requerimientos laborales. La armonización de ambas cosas podría lograrse a través de programas de vinculación educativa y laboral, que construyan la experiencia laboral de los jóvenes.
También es fundamental que los universitarios hagan servicio social para “tomar experiencia”. Los sindicatos pretender impulsar que la obligatoriedad del servicio social no se únicamente para los médicos. Eso retribuiría al Estado la inversión en educación y garantizaría al nuevo profesional la experiencia que le exige el empleador a la hora de solicitar un trabajo, destaca el sindicalista.
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