No se trata de una antorcha olímpica que se enciende, entre derroche de entusiasmo, para presidir la celebración de unos juegos olímpicos. La nuestra es una antorcha, con menos brillo y espectadores, que fue encendida el 2 de junio de 1913, en un barrio de la ciudad de León. Era una escuela, antorcha de cultura, que el gobierno de entonces ponía en manos de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Aquel día, el hermano Gabriel Cassien, director de la nueva escuela, encendió la llama que después de cien años sigue iluminando la cultura leonesa.
La escuela de Las Cuatro Esquinas, así conocida, era una escuela abierta a todos; los acomodados como los pobremente vestidos y descalzos, se sintieron hermanados al amparo de aquellos maestros que inundaban las aulas con el amor y la fe que su vocación transmitía.
Fue escuela de pobres hasta que los vientos políticos acaecidos en 1929 trataron de apagarla. No pudieron. A la vista estaban sus frutos, transformados en luz, iluminando todos los estamentos de la sociedad leonesa. Desde las aulas del nuevo beato Salomón, la antorcha seguirá iluminando los caminos de juventud que, orientarán sus vidas por el bien y la verdad.
No fue fácil el inicio de esta nueva modalidad. Momentos hubo en los que la llama, parecía extinguirse, a falta de campos que alumbrar. Fueron momentos de duda y de zozobra.
Llegaron hermanos que apoyados por la gratitud de tantos exalumnos y el aprecio de los leoneses impidieron que llegara el ocaso de tan necesaria antorcha. Se hizo una nueva estructuración de la escuela, por muchos años, limitada a la enseñanza primaria; se abrió el horizonte hacia la secundaria y los muros de adobe se derribaron ante el empuje de la necesidad y del progreso. El beato Salomón, transformado en Colegio La Salle, se incorporó a esa constelación de estrellas que con perennes fulgores disipan la ignorancia de miles de jóvenes que tratan de orientar sus vidas a la Luz de Jesús, que es verdad suprema.
Son cien años de historia. Desde aquellos inicios, muchos son los hermanos y profesores que, con el mismo mensaje, por aquí han pasado. Cada generación ha vivido su propia historia y quedó marcada por la impronta que los formadores trataron de dejar en ellos.
De estas aulas, salieron jefes de Estado, ministros, rectores de universidad, alcaldes municipales, altos ministros de la Iglesia, sacerdotes y religiosos y multitud de profesionales y distinguidos ciudadanos que son prez del colegio que los formó.
Hoy en la cumbre de este centenario, hermanos, profesores y alumnos, volvemos los ojos al pasado, mirando hacia futuro elevando esta antorcha mientras gritamos: la Salle, hoy, somos nosotros. El autor es hermano de las escuelas cristianos.
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