Silvio Avilez Gallo
En la 43ª Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), celebrada recientemente en Antigua, Guatemala, no se produjo ningún cambio respecto de la lucha contra las drogas, como tampoco hubo acuerdo sobre otro de los puntos del temario: el controvertido y espinoso tema de la despenalización del consumo de drogas. Los Estados miembros resolvieron continuar con el estudio y la búsqueda de un consenso sobre estas materias.
Pero en dicha reunión figuraba también, como tema de agenda, la elección de tres de los siete miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). A ese respecto, cabe mencionar que desde hace tiempo el grupo de países que integran la llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), conformada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras y los Estados caribeños miembros de Caricom, ha venido propugnando por una reforma de las atribuciones de la CIDH, entidad que ha tenido serios conflictos con algunos países albanistas, entre ellos Ecuador y Venezuela, que se han caracterizado por sus arremetidas contra la libertad de prensa y de expresión. Dicho grupo acordó respaldar la candidatura del ecuatoriano Erick Roberts Garcés, actual director nacional de Derechos Humanos en su país, con el objetivo de contar con una punta de lanza que facilitara la labor de zapa del Alba, que se propone limitar las prerrogativas de la CIDH y propugna por el cambio de sede del organismo, actualmente la ciudad de Washington.
En esta ocasión, sin embargo, los albanistas debieron enfrentar un contratiempo inesperado, al resultar derrotada la candidatura del ecuatoriano como integrante de la CIDH. Curiosamente, este traspié prácticamente fue pasado por alto en los medios de difusión del Alba, lo que no quiere decir que se den por vencidos y que no insistirán en su planes de reforma y merma en las atribuciones del organismo que tiene a su cargo la defensa de los derechos humanos de la región, especialmente en lo tocante a la salvaguarda de la libertad de prensa.
Esta reciente derrota viene a sumarse a las dificultades que ha experimentado el régimen del ilegítimo presidente Maduro en su política exterior, sobre todo con Colombia y los Estados Unidos, así como a la crítica situación económica que enfrenta el pueblo venezolano y que ha obligado al Gobierno a replantearse la millonaria ayuda a los miembros del Alba. Si a esto se suma la pugna sorda de fuerzas antagónicas dentro de Venezuela, Maduro no está precisamente en un lecho de rosas y tendrá que actuar rápidamente para no ser desplazado del poder por Diosdado Cabello o los militares. El autor es diplomático, fue embajador de Nicaragua en chile.