Algunas personas creen, especialmente los místicos, que ante la incertidumbre de la vida no existe la casualidad, sino la causalidad. La vida podría ser un libro que vamos escribiendo a diario, pero en el que también otros no solo escriben sino también leen. Vivimos en una sociedad increíblemente dialógica.
Convivimos en una sociedad en donde unos somos la parte de otro, y otro es parte de nosotros: todos somos un todo holístico. Y en ese todo está la unidad de tiempo y espacio. Recordar ahora, a la distancia no solo del tiempo, sino de la vida misma, cuando me recibió en su casa Carlos Tünnermann, recomendado por Ramón Rodríguez, hoy director del Teatro Nacional Rubén Darío.
A como reflexiona Ernesto Cardenal: “Valorar a Carlos Tünnermann no es tarea fácil, ni es tarea de una o dos personas solamente, porque tiene múltiples valores”. Valorarlo es decir que siempre será un faro en la educación superior nicaragüense, desde donde ilumina todas las universidades del continente.
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Carlos Tünnermann, de quien me he convertido en su alumno a través de sus libros. Porque en cada libro está él y al mismo tiempo es el recipiente de cada obra. Cada texto es otra forma de existencia de su acervo magisterial.
Cada libro de pedagogía es una vida vivida, una reflexión compartida, una experiencia que nace de la praxis educativa.
De él he aprendido que la educación es permanente, que propone no una educación para la democracia, sino una educación en democracia, no una educación para la justicia, sino una educación en justicia, en equidad, pero sobre todo con amor y calidez humana. Una educación aprendiente, es decir, nunca dejamos de aprender, porque todos los días vivimos aprendizajes de vida. “La capacidad de educar permanentemente y, por lo tanto, el perfeccionamiento educativo es un proceso continuo a lo largo de la vida”. Es por eso que exhorta a educar en el trabajo, en la creatividad y en la praxis, porque el educar es de todos los días, que nos lleve a una educación libre, justa y llena de esperanza, porque a como dice Cicerón: “Si quieres aprender, enseña”.
Carlos Tünnermann propone un nuevo rol del docente, empoderado de un conocimiento significativo. Una universidad que se vincule con la sociedad, en lo productivo, en lo laboral y empresarial; que finalice en una pertenencia social. Una cultura de la diversidad, en la educación de valores, que es hablar de la democracia, de la cultura de paz y de la humanización. Es la búsqueda del hombre nuevo y de la nueva mujer, más libres, más justos y más solidarios.
UNA NUEVA VISIÓN
Tünnermann plantea un nuevo estudiante: crítico, participativo, innovador y creativo, que tenga la voluntad para hacer frente a la incertidumbre de un futuro de competencia económica y social. Un alumno que esté interesado en un aprendizaje permanente, para toda la vida y se transforme en el principal responsable de su propia formación. Un estudiante que no solo esté dispuesto a asumir sus responsabilidades, sino también haya adquirido sensibilidad social y capacidad de comunicación.
Concibe la educación como el más hermoso e importante acto cultural, en la construcción del conocimiento, en la realización de una nueva cosmovisión del mundo: placentero, holístico, multidimensional, autoorganizativo, por ende, significativo. Una cosmovisión ética ecológica y de sustancia ecofeminista.
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