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“Ser sincero es ser potente”

Ramiro Zepeda Useda

Siéntanse orgullosos de llevar el nombre de maestro, porque maestros han sido los grandes sabios del mundo, quienes a pesar del tiempo transcurrido, con sus enseñanzas siguen delineando el horizonte de la humanidad: Jesucristo, Sócrates, Platón, Aristóteles, etc.. Siéntanse orgullosos de llevar el nombre de maestro si realmente cumplen con la delicada tarea de enseñar, de aprender, de compartir, de servir y de cambiar.

Pero no tiene que ser un orgullo vanidoso, fatuo, arrogante, sino que un orgullo noble, sano, límpido, porque nuestra tarea contribuye al desarrollo y a la prosperidad de nuestros pueblos, así lo demuestran los avances que experimentan los países que han apostado por la educación. Somos los maestros el motor, la fuerza que mueve el mundo en busca de ayudar a formar personas llenas de humanismo, hermandad, conciencia cívica, sentido democrático pero sobre todo crítico, porque donde no hay crítica se impone el “estatus quo”, el conformismo, el temor y eso produce ostracismo.

Elevemos nuestra autoestima y seremos capaces de crear grandes obras. La fuerza de una persona proviene de cómo piensa de sí misma. Retomemos los senderos de nuestro pasado más cercano (Bruno Gallardo, Ofelia Morales, Eva Conrado) para que seamos los líderes que promovemos la esperanza, la fe, el amor y la superación constante en los niños, jóvenes y adultos. Capaces de dar el mejor sermón a través del ejemplo y no de la palabra que muchas veces suena hueca e incoherente, porque se predica amor, pero se golpea al que disiente.

Luchemos para devolver a la educación, la calidad que requiere. No nos sigamos culpando unos a otros, porque desde mi experiencia, hasta la universidad hay que reinventarla. Esta, últimamente, gradúa licenciados en Ciencias de la Educación con mención en Español que dicen “hayga”, “escribido”, “apriende” y otras series de tropelías al idioma en todas sus habilidades básicas.

No permitamos que la UNAN-León siga ofertando, a los que no clasifican, carreras de docentes, porque no podemos ser la profesión de los incapaces, mediocres o timoratos. La universidad, ante los fracasos en sus exámenes de clasificación, culpan a la secundaria y los docentes de secundaria somos sus egresados.

Luchemos para que los cargos, desde el más alto hasta el director de escuela unitaria, se den por concursos y competencias vividas. No permitamos que sea la confiabilidad política o el trabajo partidario el que decida la designación de un cargo. Defendamos nuestro derecho a corregir aquellas conductas que denigran al género humano. Sé que muchos temen hacerlo, porque hay instituciones que pretenden desvalorizar nuestra labor y darles derechos a los alumnos que muchísimas veces no los tienen ganados. Combatamos esa propaganda que promueve en los jóvenes una serie de derechos, pero que nunca les hablan de deberes. Derechos como una sexualidad libre y sin prejuicios, entre otras cosas. Luchemos contra ese pensamiento pedagógico que nos está llevando al despeñadero: niños y jóvenes sin obediencia ni respeto para nadie y hasta convertidos en flagelos de la sociedad.

Educación es vida, si no se renueva, muere. Esa es la razón por la que se requiere una nueva manera de ejercer la función docente. Nuevos tiempos, nuevos maestros pero aprovechando y poniendo en práctica el consejo de los años. Es fundamental y trascendente ser partícipes del modelo educativo de la Unesco 2009: aprender a ser personas, aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a cambiar.

Si ahondamos en el contenido de cada aspecto, vamos a descubrir que en el fondo no es una novedad, sino un cambio de forma. Si lo logramos. no vamos a amedrentarnos de exponer nuestro pensamiento y disentir con bizarría y hacer realidad el pensamiento dariano. “ Ser sincero es ser potente ”, Rubén Darío. El autor es director del Instituto Filemón Rivera Quintero.

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