Siempre recomiendo a mis lectores que cuando viajen al exterior visiten bibliotecas y museos, más que centros comerciales. Sobre esto les referiré un caso que viví. Hace algunos años después de la fiesta de boda en Múnich de nuestra hija Karen con el joven alemán Oliver, Mausi voló a casa, pero yo tenía más de una semana libre, se me ocurrió ir Berlín.
Tomé un tren que en nueve horas me llevó a esta capital. Llegué a estación nueva de ferrocarriles, este es un edificio de cinco pisos, moderno, atractivo y funcional. Allí tomé uno de esos taxis en bicicleta, y le pedí que me dejara cerca de un hotel. Luego hice a pie una excursión de reconocimiento y caminé hasta la Embajada de Nicaragua, encontré al personal de mi embajada muy servicial y ciudad muy bella.
Los berlineses siempre quisieron que su capital fuera una ciudad señorial, la oportunidad se dio después de la unión de las dos Alemanias. El gobierno invirtió millones de euros, y lo logró. Ahora, a mi parecer es una de las capitales más interesantes del mundo para visitar. Parques, bulevares con fuentes, áreas verdes y monumentos. Edificios bellísimos y lugares históricos protegidos, teatros y sobre todo museos y bibliotecas.
Yo visité la Biblioteca Iberoamericana de Berlín, dicen que es la que tiene más libros y documentos históricos sobre Latinoamérica en todo el mundo, es decir más que Buenos Aires, México y Los Ángeles.
Fue fundada en los años veinte con la donación de la biblioteca personal de un filántropo argentino, y sobrevivió a las dos guerras mundiales y a la división de Berlín por medio de una muralla.
El embajador de Nicaragua, Álvaro Montenegro Mallona, me hizo la conexión, luego caminé entre senderos, parques y monumentos cerca de una hora, es decir desde la embajada hasta la biblioteca, que está cerca de la Plaza Postdamer. Al entrar me presenté como historiador nicaragüense y el mismo director Klaus Altekrüger, quien conocía a Sergio Ramírez, salió a recibirme y mostrarme todos los pisos de la misma.
Por ejemplo tienen los manuscritos originales del Dr. Walter Lehmann sobre la lengua matagalpa, documentos sobre El Güegüense, todos los números de las Revistas Conservadoras, libros de todos los autores nicaragüenses, desde Álvarez hasta Zeledón, la mayoría son obviamente de y sobre Rubén Darío.
Me decía el director que tienen un presupuesto de 20,000 euros anuales, solamente para comprar libros sobre Latinoamérica. Allí encontré a mexicanos estudiando la lengua náhuatl.
Bueno, me pasé allí, asistiendo diario por 11 días, saqué material para escribir dos libros, uno sobre Salomón de la Selva, y otro sobre la lengua indígena matagalpa.
Aprovechemos la cultura en esas grandes bibliotecas y museos que es gratuita y aprender e investigar es la mejor inversión.
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