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Los Pitufos 2

A la hora de revivir a Los Pitufos para crear una franquicia fílmica, los estudios Sony resolvieron el desafío de actualizarlos tomando un atajo: las fantásticas criaturas azules invadirían nuestra realidad concreta, e interactuarían con actores de carne y hueso. Ojalá se hubieran quedado en su anticuada aldea, alcanzando la pertinencia a través de la narración de una buena historia. En su segunda incursión en la pantalla grande, el truco está agotado.

A la hora de revivir a Los Pitufos para crear una franquicia fílmica, los estudios Sony resolvieron el desafío de actualizarlos tomando un atajo: las fantásticas criaturas azules invadirían nuestra realidad concreta, e interactuarían con actores de carne y hueso. Ojalá se hubieran quedado en su anticuada aldea, alcanzando la pertinencia a través de la narración de una buena historia. En su segunda incursión en la pantalla grande, el truco está agotado.

Gárgamel (Hank Azaria), convertido en un mago célebre, construye a Vexy y Hackus, dos nuevos pseudo-pitufos, para que atraviesen el portal mágico y secuestren a Pitufina. Ella conoce la fórmula de la esencia de los pitufos, eso que los hace azules. Gárgamel la necesita para crear un ejército de pitufos, del cual extraerá la esencia que resulta ser materia prima de su poder. Por algún motivo, esto supone la extinción de todos los pitufos. Papá Pitufo y tres de sus discípulos atraviesan el portal para rescatarla, con la ayuda de sus amigos humanos, Patrick (Neil Patrick Harris) y su esposa Grace (Jayma Mays).

La trama ofrece ideas intrigantes que la película sepulta bajo las convenciones del género. Pitufina, creada por Gárgamel, sufre una severa crisis de identidad al confrontar a sus hermanos de marmita. En el plano humano, Patrick enfrenta su propio conflicto, al tener que lidiar con un amoroso padrastro que resiente profundamente (Brendan Gleeson). Estas dos líneas narrativas confluyen en el concepto de familia, si la define la biología o la voluntad, la genética o el sentimiento. Pero la película de Raja Gosnell genera demasiado ruido blanco alrededor de ellas, evadiendo la posibilidad de explorarlas con seriedad. Los Pitufos 2 es un frenético sainete, siempre listo a irritar. Imponer el sufijo “pitufi” indiscriminadamente a cualquier palabra. Abusa de las secuencias de dolorosa comedia física —Gárgamel debería estar muerto, o mínimo, cuadrapléjico—. Peor aún, al extender su metraje a una hora y 45 minutos, fuerza a Patrick a comportarse como un idiota por demasiado tiempo.

La película lucha por justificar su existencia en el presente, invocando íconos del estilo de vida contemporáneo: el gato Azrael tiene perfil de Facebook, Gárgamel utiliza una computadora de tableta. Darle protagonismo a esas cosas avejentará la película, pero claro, ¿quien querrá ver esto en diez años? Es distracción desechable. Para ese entonces, ya Sony la habrá reiniciado. Pero quizás el peor signo de desesperación venga en la insistencia en insertar chistes para adultos. Vea cómo Grace se disfraza de Holly Goligthly para introducirse en la suite de Gárgamel, tras ver un folleto con el retrato de Katherine Hepburn. Para que no quede duda, tiene que anunciar que “desayuno en Tiffany's”. Gruñón conjetura que Pitufina sufre “el síndrome de pitufi-colmo”. Solo los abuelitos forzados a llevar a los nietos al cine se reirán con esto. Y un pitufo cae en la entrepierna de un Gleeson desnudo. Nadie debería reírse de eso.

Esta es la maldición del cine animado contemporáneo: tiene que ser todo (comedia, drama, acción) para todos los públicos (niños, adolescentes, adultos). Pixar es el estudio que más veces ha acertado a la hora de apuntar a ese ideal, pero tampoco es infalible. Los Pitufos 2 , como tantas otras, termina siendo una película para nadie. Algo que “tienes que ver”, no por sus virtudes y calidad, sino porque el mercado ya decidió por uno. Es el único estreno de la semana, ocupa un tercio de las pantallas, la publicidad omnipresente activa los instintos consumistas de tus niños. Por supuesto que querrán verla. Son niños. Pague por ver. Olvidarse de ella es gratis.

Sección Domingo franquicia íconos Pitufos archivo

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