El jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés, acusó a LA PRENSA —sin mencionarla por su nombre— de “tergiversar la información” sobre la situación creada en El Tamalaque, en el municipio de Pantasma, departamento de Jinotega, después de un enfrentamiento entre efectivos militares y un grupo de hombres armados que dicen ser alzados contra el régimen orteguista, pero el Ejército los califica como “bandas delincuenciales”.
No podemos ni debemos pasar por alto semejante acusación del jefe militar de Nicaragua, la cual es muy grave, porque la tergiversación constituye una de las peores faltas de la que se puede acusar a cualquier medio de comunicación social serio y responsable, que se respeta a sí mismo, respeta la ética profesional del periodismo y respeta a sus lectores o audiencias, dándoles a conocer los hechos tal como realmente son.
Tergiversar significa: “Dar una interpretación forzada o errónea a palabras o acontecimientos”, dice el Diccionario de la Real Academia Española (RAE). Y en su sentido jurídico la tergiversación tiene una connotación mucho más grave, pues según el Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual significa falsear los hechos para engañar en forma deliberada.
Absolutamente nada de eso ha hecho LA PRENSA al informar sobre la represión militar en la comarca El Tamalaque, después del enfrentamiento armado en el que murió un soldado del Ejército y otro resultó herido.
Según el general Avilés, la tergiversación de LA PRENSA de la información sobre los sucesos de El Tamalaque, radica en que un día informó que había persecución del Ejército contra los habitantes de la zona, particularmente contra los parientes de los irregulares armados, “y al día siguiente —dijo textualmente el jefe militar— estaban los tres que supuestamente estaban torturados, apaleados… en el mismo medio de comunicación dando declaraciones y (publicando) las fotos de ellos”.
En realidad, tal como lo precisamos ayer al informar sobre la acusación del jefe del Ejército contra LA PRENSA, lo que hicimos fue publicar la “denuncia de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) por la zozobra y la persecución que en ese momento sufrían los parientes de los armados, que había provocado la captura de varios de ellos”. Si al día siguiente varios de los detenido fueron liberados —acerca de lo cual también informamos de inmediato—, eso no significa que la información sobre la represión militar en El Tamalaque hubiera sido falsa, o que la hayamos tergiversado.
El mismo general Avilés se refirió a las declaraciones que dio a los medios de comunicación el alcalde de Pantasma, señor Oscar Gadea, quien fue muy claro al señalar que después del enfrentamiento armado de El Tamalaque, “el Ejército se había extralimitado en lo que tiene que hacer”. E informó Gadea que autoridades del Ejército y la Policía pidieron disculpas a los campesinos por los abusos que se cometieron después de los sucesos de El Tamalaque”.
De manera que la información de LA PRENSA sobre estos hechos ha sido veraz, procurando siempre obtener y dar a conocer la versión del Ejército. E igualmente somos objetivos cuando al comentar estos incidentes, recordamos que así como hoy el Ejército acusa de delincuentes a los irregulares armados, la Guardia Nacional calificaba a los guerrilleros sandinistas como criminales comunes.
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