EL CAIRO/AFP/EFE
Durante su larga carrera, Hosni Mubarak escapó a por lo menos seis intentos de asesinato. El estado de emergencia rigió a lo largo de toda su presidencia y solo se levantó en mayo de 2012, antes de ser reinstaurado hace una semana por las autoridades instaladas por el ejército tras el golpe contra Mohamed Mursi.
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Hosni Mubarak consiguió ayer cambiar la cárcel por un hospital y será juzgado bajo el régimen de arresto domiciliario, un magro consuelo para un hombre que gobernó Egipto con mano de hierro tres décadas y a quien una rebelión popular de 18 días que inició el 25 de enero de 2011 le convirtió el destino en un interminable despeñadero.
Otrora adulado en el extranjero y temido en su país, Mubarak, de 85 años, permanecía tras las rejas desde abril de 2011, acusado de corrupción y de la muerte de manifestantes en la insurrección que lo derrocó dos meses antes, en la cual perecieron 850 personas, según datos oficiales.
Desde entonces, su estado de salud dio pie a numerosas conjeturas e informaciones contradictorias, con presuntos diagnósticos de depresión aguda, cáncer, accidentes cardíacos o problemas respiratorios.
El exjefe de Estado, que fue incluso declarado “clínicamente muerto” en 2012 por la agencia oficial Mena, aguardará en un hospital militar el inicio del siguiente juicio que se le sigue por su implicación en la muerte de manifestantes durante la revolución de 2011. Este proceso es una repetición del que ya se celebró contra él y su cúpula policial —en el que fue condenado a cadena perpetua—, que fue anulado por un tribunal de apelaciones en enero.
Ayer, Mubarak, que tiene prohibido abandonar el país, volvió al mismo hospital donde ha sido ingresado en repetidas ocasiones a lo largo de su reclusión. En el exterior de la penitenciaría, decenas de sus partidarios celebraron con júbilo la salida de Mubarak, que consideran una victoria y un preludio de futuras absoluciones judiciales.
Frente a este jolgorio, su puesta en libertad provisional fue recibida con indignación por los grupos que fueron el germen de la Revolución del 25 de enero de 2011. El Movimiento 6 de Abril señaló en un comunicado que la liberación de Mubarak es “una victoria para la pobreza y el analfabetismo, y culmina la desviación de la revolución de su camino”.
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