Brasilia/EFE
México convocó ayer al embajador de EE. UU., Anthony Wayne, y exigió una “investigación exhaustiva” al condenar “categóricamente” cualquier espionaje de Washington.
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Brasil reaccionó ayer con indignación por la denuncia formulada el domingo por el canal de televisión Globo, de que Estados Unidos espió los teléfonos y correos electrónicos de la presidenta Dilma Rousseff. La denuncia fue apoyada en documentos filtrados por el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (ANS), Edward Snowden.
El canciller brasileño Luiz Alberto Figueiredo se reunió ayer con el embajador de EE. UU., Tomás Shannon, a quien exigió “rápidas explicaciones por escrito” del Gobierno de Estados Unidos, “y no del embajador”, convocado hace mes y medio, tras las primeras denuncias sobre espionaje.
“Manifesté que la violación de las comunicaciones de la presidenta es inadmisible, inaceptable, y constituye una violación de la soberanía brasileña”, declaró en rueda de prensa.
Rousseff se reunió con seis ministros para analizar estas denuncias. El ministro de Secretaría de la Presidencia, Gilberto Carvalho, afirmó que el Gobierno está “en una situación de emergencia”.
El ministro de Justicia, José Eduardo Cardoso, afirmó que el espionaje es “mucho más inaceptable” porque la víctima ha sido Rousseff, pero también porque es realizado por un “país amigo”. Cardoso, estuvo la semana pasada en EE. UU., en un “diálogo bilateral” sobre espionaje tras las primeras denuncias de Snowden, y reiteró ayer que las explicaciones recibidas no eran “suficientes”.
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