La Nación/Costa Rica
“No ha habido, gracias a Dios, ni presidente allá ni presidente aquí que quiera trasladar lo político a lo comercial”, dice Manuel León, empresario costarricense de logística radicado en Nicaragua desde hace 34 años.
En su criterio y en el de otros inversionistas ticos instalados en este país, los conflictos entre los gobiernos de Costa Rica y Nicaragua no afectan los negocios.
La Embajada de Costa Rica en Managua estima que alrededor de 300 nacionales viven en el país, la mayoría dedicados a sus propias empresas o a gerenciar compañías nicaragüenses o extranjeras.
En el 2012, Costa Rica se ubicó en el octavo lugar en el ranking de Inversión Extranjera Directa en Nicaragua, con 110 millones de dólares, según la agencia de promoción de inversiones ProNicaragua.
- Costa Rica es uno de los principales socios comerciales de Nicaragua: en lo que va del año es el quinto destino de las exportaciones de productos nacionales y es el país de origen del nueve por ciento de las importaciones.
245.46 millones de dólares acumulan las importaciones de productos desde Costa Rica, el 9.01 por ciento del total de las compras al exterior de Nicaragua durante el primer semestre del año, según el Banco Central de Nicaragua.
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Javier Sancho, embajador en Managua, coincidió en que los conflictos no han afectado los negocios aquí. “Los dos países se necesitan, se complementan. Las diferencias que podamos tener en el campo político no han afectado la dinámica económica”, dijo Sancho, al tiempo que recordó que los costarricenses participan en áreas de la economía nicaragüense como la alimentaria y la de infraestructura.
SIN XENOFOBIA
Manuel León llegó a Managua el 30 de julio de 1979, 11 días después de que los sandinistas derrocaron a Anastasio Somoza. Llegó contratado por una empresa estadounidense para trasladar el menaje de los gerentes de bancos de Estados Unidos que salían del país. “Y encontramos una oportunidad de negocios en Nicaragua en el rubro de logística”, dice el ahora gerente de Amtra junto a su hijo Eloy León.
“En Nicaragua no existe xenofobia por los costarricenses y lo digo con 34 años de vivir en este país haciendo negocios todos los días. Yo llego a cualquier entidad de Gobierno, a cualquier oficina, y es ‘don Eloy pase adelante; en qué le podemos ayudar’”, añadió León.
ESTUVIERON SOLOS
El publicista Luis Pérez se radicó en 1991 en Managua motivado por varias empresas que regresaban o entraban a Nicaragua tras el triunfo de Violeta Barrios. Asumió la publicidad de compañías como Dos Pinos e Iberia. “Aquí se respira mucha tranquilidad para los negocios”, dice.
Pérez tampoco percibe rechazo o efectos negativos por los conflictos políticos, pero sí advierte que este ha sido uno de los momentos más críticos y resiente que el Gobierno costarricense dejara a los inversionistas ticos sin embajador casi dos años, desde que explotó el conflicto por isla Calero (2010).
“A nivel político, creo que no ha habido entendimiento en estos tres años. Ha sido, en 25 años, el momento más difícil que he visto”, dice el dueño de la agencia ARPM.
TODOS CONTENTOS
Otra historia es la de Alonso Villalobos. Él llegó a Nicaragua en 1997, sin conocer nada ni a nadie, a abrir una discoteca. Alcanzó a tener 120 empleados nicaragüenses. Hoy, tiene el bar Mío Mi Gato en un centro comercial de lujo.
“Los empresarios que hay, a todos les está yendo muy bien; todos están muy contentos. Es un país donde hay mucho que hacer. A veces yo he visto que aquí se está haciendo mucha bulla y en Costa Rica no se habla nada, y a veces es al revés”, comenta Villalobos.
Jorge Jiménez, quien se radicó aquí para trabajar con una empresa de supermercados, sostiene que los conflictos son “más manejo de prensa” que otra cosa. “Si los Gobiernos tuvieran la voluntad que tiene la gente de relacionarse, no tendrían ningún problema”.
Todos coinciden en que el nicaragüense es de puertas abiertas. “Es como retroceder en el tiempo en Costa Rica 50 años. Todavía un vecino le toca la puerta para pedirle una taza de azúcar”, dice León.
Juan Carlos Álvarez, artesano nicaragüense que vende productos en Granada, afirmó que los turistas ticos no han dejado de venir por el conflicto. “Nosotros no tenemos por qué pagar los platos rotos; ojalá que bajen su tono”, añade.
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