Qué es la poesía en el mundo contemporáneo, cómo una poeta se enfrenta al poema, de dónde vienen sus historias, son algunas de las interrogantes que responderá la escritora Gioconda Belli, el próximo martes 17, a las 6:30 p.m., en el Centro Cultural Alemán Nicaragüense.
Belli, presidenta del Pen Club Internacional Nicaragua, e invitada por la Iniciativa Cultural Alemana Nicaragüense, anunció recientemente su nuevo poemario: En la avanzada juventud, un libro que reúne sus visiones de mujer madura.
En Alemania Gioconda Belli figura entre las escritoras latinoamericanas más populares y leídas, con múltiples traducciones al alemán.
De esa poesía, y novela, la voz de esta escritora siempre se alza contundente. Hace unos días habló de la libertad de expresión y del papel de los escritores frente a la censura, y protestó sobre el intento de reforma a la Ley 779.
Leída en alemán
La obra de Belli ha sido traducida a 14 idiomas. Durante el evento, dos alumnas estarán leyendo los versos en alemán, y simultáneamente la escritora leerá en español, siendo una reproducción de cómo se presenta en Alemania.
Recientemente el gobierno de Francia le otorgó la Orden Caballero de las Artes y las Letras. Esta distinción es una de las cuatro órdenes ministeriales de la República francesa y por ende, una de las principales distinciones honoríficas que se conceden a personas que se lucen por sus creaciones en el ámbito artístico y literario.
Memoria sagrada
Gioconda Belli
En mi tierno país menudo y desgarrado
el poder niega la razón de Heráclito
y anuncia con bombo y platillo
que es posible bañarse dos veces
en el mismo río.
¿Será que el pasado se repite?
¿Quién ha visto pasar de nuevo
a los muchachos? ¿A los fantasmas quietos
cuyos nombres mastican las mandíbulas de los políticos?
¿Cuántos hemos visto salir de sus tumbas?
La estática, hermosa, memoria
—esa donde aún somos jóvenes
y donde la desilusión y el cinismo
aún no ha cavado sus túneles ni desatado sus trombas—
rehúye las manos ávidas
que intentan reinventarla deslavada,
cercenadas sus aristas,
convertida en papelillo de feria
en escenografía de la vanidad.
Tantas memorias sagradas
rehúsan someterse a la reescritura
y yacen en nuestro pecho amuralladas.
Sobre ellas se cierne la amenaza
de una monumental y desacertada
falsificación: las imágenes retocadas con embrujos,
los retratos alterados en una sucesión
de contrasentidos.
Hábiles prestidigitadores
sacan nuevas significaciones de la manga,
hacen saltar conejos de sombreros de mago
y a escondidas, de noche, sueltan los zorros
que habrán de degollarlos.
Me pregunto si seremos un caso terminal de desesperanza.
Los desabridos iguales que los ávidos
condenados a morir atenazados
por la retorcida espiral
de nuestra ingrata historia
Veo las luces de Managua
Titila mi ciudad pequeña
como un cofre de joyas:
rutilante botín
de los saqueadores de tumbas.
Ocho de marzo
Gioconda Belli
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras
casas!
Desde la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos
—toda la atropellada ruta de nuestras vidas—
deberían pavimentar de flores para celebrarnos
(que no nos hagan como a la Princesa Diana que no vio, ni oyó
las floridas avenidas postradas de pena de Londres)
nosotras queremos ver y oler las flores.
Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos
hembras
en vez de machos,
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
y de los que nos vendaron los pies
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que
cuidáramos a los
hermanos y ayudáramos en la cocina
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca
para violarnos mientras
nuestra madre dormía
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más
pesado
y del que nos despidió cuando se dio cuenta que estábamos
embarazadas
Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a
parir
a riesgo de nuestras vidas
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas
y nos encerraron por locas
flores del que nos pega, del que se emborra
chadel que se bebe irredento el pago de la comida del mes
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos
Flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus
nueras
y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género
Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.
Los casados
Gioconda Belli
Para la guerra sin cuartel que nos espera
no tengo otro arsenal
más que el amor
Nos lanzaron sin miramiento
al cotidiano oficio de querernos
al tiempo del lavabo y del cepillo
a la espuma del baño
a las noches de almohadas compartida
sal espejo común
en que la desnudez rasga sin compasión
los velos del misterio.
Pareja humana somos
cuerpos de luz y de estropicio
Bajo las sábanas habita el sexo, el sudor, lo ingerido,
y en la mañana a veces
el vino duerme rancio en la boca asomado a los besos.
Esto y mucho más sobrevivimos
aprendemos el gusto de lo usado y sabido
el consuelo del gesto adivinado
las mañas, la manera de acomodarnos en la cama
los ruidos, los ronquidos
el peso de los pasos cuando se va o se viene
el relieve morboso con que cada uno labra su trinchera
y protege su pequeña ventana donde mirar la luna
sin ser visto
Redondo es el círculo de la intimidad
y asombroso el arsenal del amor
que con fallidas piedras
erige su castillo
y lo defiende.
Internet
Gioconda Belli
a mi hijo Camilo
El tiempo que antes se me entregaba
como un cuerpo extenso
aguardando la luz de la imaginación,
se ha tornado en este siglo en el abundante bazar
de una obscena, lujuriosa inteligencia.
Tentaciones y milagros se apilan ahora abiertos y espesos
en el camino que me lleva a la página-pantalla en blanco.
Las palabras que solían obedecerme
salir de mí y ordenarse al llegar a su destino
hoy se encabritan, empujan, dan tirones
para que desista del arduo trabajo de inventarme un mundo a
mi medida
y me disperse, abrace o toque,
las mil y una revelaciones
que complejas y seductores vibraciones,
emanaciones de otros cerebros alterados,
emiten sobre mi mesa de trabajo.
Cantos de sirenas me invitan a despeñarme por laberintos sin
fin
por la Babel-biblioteca de Borges con su olor a páginas
aromáticas donde
ya sin papel los colores, deslumbres, o torvas pasiones del
mundo
bailan la danza de los siete velos de Windows o Apple
y la manzana de oro rueda repartiéndose entre diosas y
plebeyos
promiscua y generosa.
Mis poros, mis ojos y yo, siempre volubles a las tentaciones
atisbamos el País de las Maravillas,
el país de la abundancia donde la más simple y cotidiana de las
vidas
compite con los excesos de la imaginación
y atrapados en el desenfreno del espectáculo ajeno
sucumbimos al canto y las invitaciones
de sirenas y sirenios
y a la caricia de sus hermosas colas brillantes
¡Ah, Ulises, ya quisiera yo
la cera y el mástil que me salvaran!
¡Si vivieras hoy jamás habrías vuelto a Itaca!
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