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2 muchachas versus 2 pistolas

Esta semana hay un pequeño duelo en la taquilla. En una esquina, tenemos una prototípica comedia de acción. En la otra, un pequeño drama de sensibilidad madura. Uno es protagonizado por dos hombres rudos con talento para las armas de fuego. El otro por dos frágiles adolescentes. “Armados y peligrosos” se vende fácil. Tiene poder de estrella, sentido del humor y violencia gratuita. El mercado local no sabe cómo vender Ginger y Rosa. Creen que es una película infantil porque salen dos niñas en el póster. Pero de las dos, es la película más adulta.

Por Juan Carlos Ampié

Esta semana hay un pequeño duelo en la taquilla. En una esquina, tenemos una prototípica comedia de acción. En la otra, un pequeño drama de sensibilidad madura. Uno es protagonizado por dos hombres rudos con talento para las armas de fuego. El otro por dos frágiles adolescentes. “Armados y peligrosos” se vende fácil. Tiene poder de estrella, sentido del humor y violencia gratuita. El mercado local no sabe cómo vender Ginger y Rosa . Creen que es una película infantil porque salen dos niñas en el póster. Pero de las dos, es la película más adulta.

Armados y peligrosos opera en el género que se ha convertido en lengua franca del cine comercial. El director Baltasar Kormárkur proviene de Islandia, pero como el francés Luc Besson, el alemán Roland Emmerich y el ruso Timur Bekmambetov, ha internalizado las convenciones de la acción de Hollywood como un nativo de California. La trama es desechable: dos criminales (Denzel Washington y Mark Whalberg) planean asaltar un banco para robar los depósitos de un narcotraficante (Edward James Olmos), en venganza porque no cumplió con una entrega de drogas. Pero nada, ni nadie, es lo que parece ser. La trama se tuerce hasta la inconsecuencia, en medio de acrobáticas escenas de destrucción y jocoso sparring verbal. Se mueve tan rápido que uno pierde la cuenta de las coincidencias, que se apilan como demasiados carros en un choque de autopista. Washington y Whalberg tienen química, y es notorio cómo se divierten juntos. La película hace su trabajo. La fórmula funciona.

Ginger y Rosa es pura especificidad. No estuve en Londres a inicios de los años sesenta, pero sentía que estaba observando la vida cotidiana como si me hubiera montado en una máquina del tiempo. Ginger (Elle Fanning) y Rosa (Alice Englert) son dos adolescentes en el Londres bohemio, azotado por los fantasmas de la crisis de los misiles y la Guerra Fría. La directora Sally Potter observa los rituales de la edad con la economía de la mejor poesía. Nos dice todo lo que debemos saber sobre sus personajes con simples acciones. Tome nota de una temprana secuencia, donde con tres momentos define con claridad el estado anímico de sus protagonistas: Rosa trata de enseñarle a Ginger cómo besar. Ella solo atina a reírse. Cortamos bruscamente a las dos ejecutando un juego infantil de palmadas. Cortamos a Rosa, besándose detrás de la caseta de bus con un muchacho desconocido, mientras Ginger espera incómoda un bus que parece nunca llegar.

La sexualidad precoz de una contrasta con la inocencia infantil de la otra. Una explora el poder de su incipiente carnalidad, la otra llena su mente con los problemas del mundo. Ambas tratan de encontrar sentido en la vida, de la única forma que encuentran. La película es particularmente sensible a la hora de retratar ese momento entre la niñez y la adolescencia, cuando uno no termina de encajar en la piel de la persona que será. También es cuando los padres se revelan como seres humanos falibles. El matrimonio de los padres de Ginger, Natalie (Christina Hendricks) y Roland (Alessandro Nivola) se desmorona. Las decisiones autocomplacientes del hombre sembrarán una bomba de tiempo en la relación más importante de su hija. Bellamente actuada, la película se eleva sobre la melodramática resolución con su lacerante humanidad. Además de entretener, pinta un retrato evocativo de la adolescencia y el final de la inocencia. A pesar de su valor de distracción, olvidará Armados y peligrosos tan pronto salga del cine. Ginger y Rosa se quedará en su cabeza por mucho tiempo. ¿No le gustaría ver más películas así?

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