Querida Nicaragua: Me dijo un campesino de los muchos amigos que tengo tierra adentro: “Mire amigo, nosotros los campesinos no entendemos de política, pero nos parece que manejar el gobierno es igual que manejar un negocio o una finca. “En principio, me dijo este campesino, todo es igual, todo es negocio. Y el gobierno es el negocio más importante que tiene el pueblo de Nicaragua”.
Me dejó sorprendido el sentido común y la lógica simple de aquel hombre del campo. El gobierno, dice, es el negocio más importante que tiene el pueblo.
Me quedé pensando en la inteligencia natural de aquel campesino. Y en realidad, si un gobierno recibe de su pueblo una cantidad de impuestos, y recibe donaciones y le prestan dinero a intereses bajos, ¿por qué razón habría de tener tantos problemas?
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¿Por qué razón tanta deuda eterna y millonaria? ¿En qué gasta tanto cuando ni siquiera ha compuesto toda la red vial del país, ni los caminos de penetración para que esos campesinos puedan sacar su producción?
Lo natural sería que el gobierno recibiera los impuestos y con ellos cubriera el presupuesto nacional, los intereses de los préstamos recibidos y asunto acabado.
En cuanto al presidente de la nación, me dijo otro de los campesinos, no tendría mayores problemas. Gana una elección limpia y secreta, toma posesión del gobierno, trabaja para la nación y a los cinco años entrega el poder al que haya ganado la elección libremente. Y todo el mundo en calma.
Otro me dijo. Aquí en este municipio ganaron los liberales por abrumadora mayoría, pero todo ha sido un solo relajo. Al alcalde no lo dejaron tomar posesión, lo amenazaron, le inventaron boletas electorales donde había perdido, y por último pusieron a un alcalde del gobierno, a un danielista. ¿Para qué quieren tener tanto alcalde?
Para hacer lo que ellos quieren, dijo el otro campesino. Para no dejar que nadie haga negocios, solo ellos. Que nadie corte madera, solo ellos; que todo el mundo esté con miedo para hacer ellos lo que quieran.
Y esos campesinos que dicen no saber nada de política son tan limpios en sus ideas, tan cabales en decir todo lo que ven. Saben que el gobierno es corrupto y que los gobiernistas son, mayoritariamente, un enorme grupo delincuencial. Ven cómo los empleados públicos son obligados a ir a las manifestaciones, no lo engañan los retratos y colorines en los rótulos de carretera y en los canales de televisión danielistas. En estos tiempos nadie engaña a nadie y todos sabemos quién es quién.
No es necesario saber de política, como dice el campesino, para darse cuenta de lo que ocurre diariamente. El pueblo vive sus propias dificultades y conoce su situación mejor que nadie y no se le puede engañar con numeritos inventados en el Banco Central o en cualquier otra institución.
Lo que está a la vista, dicen, no necesita de anteojos y al zorro se le conoce por la pezuña y porque siempre deja fuera una parte de la cola, o porque siempre deja regadas las plumas de la gallina.
Y todavía creemos que los campesinos no saben de política. El autor es director general de Radio Corporación.
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