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Viejitos en el olvido

Entre los recuerdos y la soledad

¡Nos desaloja el cuarto por favor! Esa frase suena una y otra vez en la cabeza de doña Silvia Elena Munguía Peralta, quien a sus 83 años fue arrojada a la calle por su familia.

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363,400 adultos mayores con más de 60 años hay en Nicaragua, según la encuesta de Hogares de Inide 2010. No obstante un alto número de ellos sufren hambre, abandono y violencia física.

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Marianela Mendoza, psicóloga de la Casa del Adulto Mayor Sor María Romero asegura que el centro atiende a pacientes entre los 75 y 85 años con problemas propios de su edad como: alzheimer, demencia senil y depresión, por lo cual se debe tener mucha paciencia para entenderlos.

“Nosotros no los juzgamos por su vida pasada ya haya sido acertada o desacertada. Tratamos que ellos se integren como en un hogar con normas que deben permanecer entre el personal y ellos mismos como el respeto”, dijo Mendoza.

Añadió que uno de ellos tiene su historia personal como maltrato y abandono desde la niñez, es decir sus propios traumas que deben ser tratados con cariño.

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Carla Torres Solórzano

¡Nos desaloja el cuarto por favor! Esa frase suena una y otra vez en la cabeza de doña Silvia Elena Munguía Peralta, quien a sus 83 años fue arrojada a la calle por su familia.

La anciana cuenta que al morir su único hijo, quedó al cuidado de sus nietas, quienes la consideraron una carga y la abandonaron a su suerte.

“Me echaron de su casa, después que me exprimieron como naranja. Después que trabajé tantos años para ayudarles”, dijo Munguía.

Hace 14 meses los trabajadores de Radio Corporación tuvieron cariño y compasión por esta anciana que vendía vigorón y chancho con yuca en los alrededores de la emisora. Al conocer su triste historia, lograron gestionar que la señora fuera recibida en la Casa del Adulto Mayor Sor María Romero, en Las Colinas.

Al igual que Munguía, 26 ancianos son atendidos en este hogar que es parte de la Fundación para la Dignidad Humana Nicaragüense.

Los escenarios son diferentes, pero las historias son las mismas: abandono, falta de amor y cariño, y sobre todo soledad.

Aquí no hay ancianos bailando, ni jugando ajedrez. La vida es más reposada, pero el amor y el romanticismo están en el ambiente.

En el patio interno se escucha la melodiosa voz de don Carlos Alberto Bolaños: “Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso, que se prenda en el calor de nuestro gran amor, mi amor”.

En su memoria senil, Bolaños recuerda que a pesar de ser un hombre muy romántico no logró engendrar hijos.

Otro de los notables huéspedes del asilo es don Julio Medina, quien acaba de cumplir cien años y fue el primero en llegar, pues un sobrino lo llegó a dejar y se desapareció. Para sorpresa de todos, este anciano camina solo y está muy bien de salud.

Cabe señalar que las principales afectaciones de los ancianos son: hipertensión arterial y diabetes.

Mayra Baca Herrera, asistente de la administración de la Casa del Adulto Mayor Sor María Romero asegura que “los viejitos” reciben alimentación, hospedaje, atención de enfermería las 24 horas del día, atención psicológica así como lavado y planchado de su ropa.

Además manifestó que el centro se fundó en el 2004, y se logra sustentar gracias a donaciones de diferentes empresas y personas caritativas.

“En cuanto a nuestro personal es escogido con pinza. Tienen que tener empatía con los ancianos. Los enfermeros deben incluso bañar a los “viejitos” que ya no pueden hacerlo”, destacó Baca.

Añadió que el centro también cuenta con servicio privado, pero actualmente solamente tienen cinco ancianos, la mayoría son atendidos gratuitamente.

Nacionales soledad viejitos archivo

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