Anagilmara Vílchez Z.
Aferrándose a la tierra, las raíces de varios árboles han tejido trenzas que sostienen los cercos improvisados de las viviendas construidas a la par de un cauce en el barrio Acahualinca.
Para las familias que ahí habitan, con cada lluvia el peligro parece más cercano. “Vivíamos con temor de que se nos llevara la casa la corriente”, dice Marvin Antonio Hernández, quien asegura que desde hace más de diez años las viviendas ubicadas en el sector del colegio Elemental de Acahualinca se inundan cada invierno por las fuertes corrientes que atraviesan el cauce y desembocan a unos metros en el lago Xolotlán. El 1 de octubre, la Alcaldía de Managua empezó a trabajar en esa zona, que está contemplada como parte de los veinte proyectos de emergencia que la comuna capitalina se propone ejecutar mientras el invierno continúa.
Los materiales que evitarán que las paredes del cauce se continúen erosionando ya están ahí, aunque algunos pobladores de la zona afirman que hubiesen preferido que la obra iniciara en el verano. “La corriente es muy fuerte aquí, con lluvia no se puede trabajar”, dice María José Vásquez.
En un recorrido realizado por LA PRENSA se constató que cuatro de cinco proyectos de emergencia visitados no han empezado a ejecutarse, tomando en cuenta que según las proyecciones de la Alcaldía todos (los 20) deberán estar concluidos a inicios del 2014.
RIESGOS EN INVIERNO
Para el ingeniero Edmundo Zúñiga, expresidente de la Asociación Nicaragüense de Ingenieros y Arquitectos (ANIA), “conlleva un alto riesgo iniciar obras en este momento, solo se justificaría cuando son obras de emergencias para que no se incrementen los daños por las lluvias, mientras llega la época seca y se pueden hacer construcciones más formales”.
Sin embargo, la Alcaldía de Managua durante el invierno ejecuta proyectos que no son de emergencia, obras que debieron iniciar en verano y que estaban a “medias” cuando cayeron las primeras lluvias del año.
Para Zúñiga, construir durante el invierno, “a menos que sea en caso de emergencia, revela una falta de planificación. Lamentablemente es una práctica común que conlleva a un incremento innecesario de los costos y al riesgo de que las obras se echen a perder”.
El proyecto de drenaje del barrio Jonathan González es uno de esos casos pues, a finales de mayo, a dos meses del inicio de su construcción, la obra era un conjunto de zanjas profundas que como venas atravesaban las calles de este barrio capitalino. En septiembre, según los habitantes de la zona, los trabajadores de la Alcaldía de Managua guardaron sus herramientas y se retiraron del lugar. “Aquí no terminaron el proyecto, lo terminamos nosotros de rellenar, lo que nos dejaron fueron unas zanjas, vinieron los camiones y dejaron la arena en la calle y nosotros empezamos a echar la tierra” afirma Massiel Espinoza.
Como la tierra no fue compactada, con cada lluvia los charcos empiezan a florecer por algunas calles del barrio, mientras los pobladores esperan que la Alma regrese para terminar lo que empezó.
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