Ludy Prado Mayorga
Es indignante desde el punto de vista humano y absurdo desde la perspectiva jurídica, la situación por la que actualmente atraviesan 30 activistas de la organización no gubernamental Greenpeace, incluido un periodista, detenidos en territorio ruso desde el pasado 19 de septiembre cuando intentaban protestar pacíficamente en una plataforma de petróleo ubicada en el ártico, por las consecuencias ambientales que la exploración trae para la región.
Los activistas que pertenecen a diferentes nacionalidades, entre ellos rusos, franceses, argentinos y una brasileña, inicialmente fueron acusados por la justicia rusa de “piratería” —cuya pena es hasta de 15 años— lo que es totalmente ridículo y evidentemente contrario a la esencia de la organización y claramente alejado de los fines que persigue. Ante una acusación que carecía de sustento jurídico y, luego de una serie de alegatos e intervenciones, los detenidos no responderán más por ese “crimen”, sin embargo, ahora son acusados de “vandalismo”, cuya pena puede ser hasta de siete años de cárcel.
Sin duda alguna esta es una verdadera pesadilla por la que están pasando este grupo de hombres y mujeres, altruistas, profesionales, ejemplos de ciudadanos, conscientes y preocupados por la situación del mundo, que dicho sea de paso debería ser una preocupación de todos, incluyendo a aquellos que en nombre de un supuesto bienestar social aplican la justicia en Rusia.
El único “delito” cometido por estos activistas, cuyas vidas han sido alteradas radicalmente desde septiembre pasado, fue tener el coraje de manifestarse en contra de actividades económicas cuyos efectos pueden amenazar no solo el equilibrio ecológico de una región sino el bienestar general, pues así como ha expresado uno de los detenidos“ ( .) el ártico es uno de los últimos lugares que aún permanece a salvo e indigna saber que compañías petroleras cuentan con permisos para colocar tanta maravilla en riesgo”.
Es realmente lamentable el sombrío panorama para este valiente grupo que, en lugar de estar siendo homenajeado por la loable función que llevan a cabo en beneficio del medioambiente y por consiguiente de la humanidad, que depende de él para su subsistencia, sean víctimas de represión disfrazada de justicia y ahora tengan que responder por cargos criminales irracionales y asimilar la posibilidad de ver sus vidas reducidas a una prisión por el simple hecho de defender el bienestar común, cuyas únicas armas utilizadas y por las cuales son considerados “vándalos”, fueron la voluntad y la determinación de defender una parte de nuestro ya deteriorado planeta.
Ese descabellado proceso en contra de los activistas, que cabe resaltar, involucra intereses económicos, no es más que un refinado mecanismo represivo que persigue presionar, desalentar e inhibir futuras manifestaciones pacíficas, colocándolos como “ejemplos” para que tanto la organización como otros movimientos ambientalistas “reflexionen” sobre las consecuencias de ciertos actos.
Sorprendente es también cómo se distorsiona y es manipulada la función de la justicia penal que tiene carácter de “Ultima Ratio”, esto es siempre y cuando otros campos jurídicos no sean capaces de conseguir los mismos resultados, y cuando los bienes que busca proteger no puedan ser garantizados por medios menos restrictivos. Paradójico que el único bien de interés global que parece estar amenazado es el medioambiente y quienes serán procesados son aquellos que justamente intentaban defenderlo.
En fin, mientras los activistas del Greenpeace se encuentran detenidos y considerados “criminales”, por otro lado, seguimos siendo testigos de cómo genocidas, ladrones y políticos corruptos, entre otros, son puestos en libertad, cambian de régimen carcelario, gozan de inmunidad o bien de una serie de beneficios delante de los cuales la “justicia” parece estar a su servicio. Definitivamente, la humanidad tendría mayores ganancias si existieran más de estos “vándalos” armados de coraje y deseo de impedir daños al medioambiente. La autora es abogada. Actualmente estudiando maestría en Derecho Ambiental en la Universidad del Estado del Amazonas-Brasil.
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