Hoy se cumplen 24 años de la caída del Muro de Berlín, que era un símbolo de la opresión comunista en Alemania Oriental pero también de la lucha del pueblo alemán por la libertad.
El Muro de Berlín dividió en dos grandes partes a la nación alemana. Muchos ciudadanos desesperados de la Alemania Oriental —berlineses en particular— se arriesgaron a saltar el Muro para tratar de escapar de la opresión comunista y reunirse con sus familiares, pero fueron despiadadamente tiroteados, quedaron atrapados en las alambradas electrificadas o murieron destrozados por perros entrenados para cazar seres humanos.
Sin embargo, también muchas personas de Alemania comunista pudieron fugarse hacia la libertad, hasta que la oprobiosa muralla —la cual había sido erigida por las autoridades comunistas alemanas el 13 de agosto de 1961— fue derribada por el pueblo berlinés oriental que se alzó contra sus opresores, el 9 de noviembre de 1989. Y con el Muro de Berlín cayó también el totalitarismo comunista en todos los países europeos que había conquistado y sometido a sangre y fuego.
Pero no solo para Alemania y los alemanes el 9 de noviembre es una fecha memorable. Lo es para todo el mundo, porque el Muro de Berlín no solo era un símbolo de la división de los alemanes entre siervos del Estado comunista en el este y ciudadanos de la democracia en el oeste, sino también de la separación del mundo en Estados totalitarios y países democráticos.
“Los símbolos son más expresivos que las mismas palabras —dice el simbologista español José Antonio Pérez-Rioja—, porque por intermedio suyo se contrastan y significan las expresiones del alma con las realidades de la vida (y) vienen a ser un verdadero idioma universal”. Es el caso, sin duda, del Muro de Berlín, cuyo simbolismo además es doble, porque fue erigido como símbolo de la opresión totalitaria y, al derribarlo, el pueblo de Berlín lo convirtió en alegoría del triunfo de la libertad.
Es muy importante recordar que al caer el Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, arrastró tres meses y medio después a la dictadura sandinista de orientación comunista, que imperaba en Nicaragua, la cual fue derrotada con el voto de los ciudadanos en las elecciones del 25 de febrero de 1990. El día que cayó el Muro de Berlín, derrumbado por el alzamiento cívico del pueblo berlinés, la candidata de la Unión Nacional Opositora (UNO) y abanderada del cambio democrático en Nicaragua, doña Violeta Barrios de Chamorro, se encontraba en Estados Unidos peregrinando en busca de respaldo internacional a la lucha electoral del pueblo nicaragüenses por la libertad. Desde allí doña Violeta saludó el clamoroso triunfo del pueblo alemán y expresó su fe en que la caída del Muro de Berlín fortalecería la confianza del pueblo de Nicaragua en la victoria, como en efecto ocurrió.
Por desgracia, la democracia nicaragüense que con tantos sacrificios se conquistó en febrero de 1990, ha sido socavada y desvirtuada por otra dictadura. Y de nuevo el pueblo nicaragüense tiene que movilizarse a la lucha para que Nicaragua vuelva a ser una república democrática. Pero otra vez también puede inspirarse en la caída del Muro de Berlín, una demostración de que ninguna dictadura es invencible por muy poderosa que sea o parezca, cuando la gente se decide a conquistar la libertad.
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