Querida Nicaragua: En un mundo tan revuelto como el de hoy, tan lleno de contradicciones, de ambiciones mundanas, de tiranos que quieren, y algunos lo logran, quedarse en el poder de por vida, en este mundo lleno de crímenes y de guerras, no me extrañó nada leer un titular en uno de los diarios de Managua. El titular es este: “El Salvador acuerda comprar a Chile aviones de combate”.
El cuerpo de la información habla del convenio firmado por los respectivos personeros militares o civiles de ambos países para la compra de diez aviones de combate A-37, de fabricación estadounidense, usados, que Chile entregará a El Salvador en el primer trimestre de 2014.
¿Estará tan boyante de dinero la República de El Salvador como para gastar en la compra de diez aviones de combate ocho millones quinientos setenta mil dólares? Uno se pregunta. ¿A quién irá a combatir El Salvador o con quién irá a disputar su soberanía? ¿Será acaso por la isla Conejo del Golfo de Fonseca?
Es increíble la descomposición del mundo. Las grandes potencias están armadas hasta los dientes y algunas de ellas peligrosamente con armas químicas que pueden matarnos a todos a la hora de una conflagración mundial. Y aunque esto es una monstruosidad porque todos deberían regular el uso de las armas y propiciar un ambiente de paz, al menos los poderosos tienen dinero de sobra para gastar en artefactos de guerra y entrenar, al costo de millones de dólares, al personal de estos diabólicos instrumentos de muerte. Pero naciones pequeñas del tercer mundo, países que apenas medio se mantienen como los centroamericanos, pobres pueblos que nunca pudieron salir de la pobreza, deficientes en educación y mucho más en tecnología, es casi un pecado mortal que gasten los millones que no tienen en aviones de guerra y otras armas que no necesitan.
Y naturalmente que Nicaragua tiene sus avioncitos de guerra, pero eso aquí no es nada extraño, pues estamos en un país con un gobierno comunista, (el gobierno no el pueblo) que mira enemigos por todas partes y que usa como su respuesta primaria el amago de la guerra. Lo extraño es que un país con un pueblo laborioso, de los más progresistas y briosos de Centroamérica como El Salvador, se esté armando con fines inconfesables y peligrosos, pues no por gusto un país gasta semejante cantidad de millones en comprar aviones de combate.
Nuestro mundo parece no tener remedio. Diariamente surge un nuevo conflicto, más muertos, más refugiados, amenazas violentas de grupos de ciudadanos hastiados de ser gobernados por tiranos. Nuevos inventos, nuevos precios, nuevos genios, millonarios cada día más millonarios y pobres cada día más pobres. Tal parece que un demonio anda suelto y se mete por todas partes perturbándolo todo.
Pero como queda dicho, no es nada extraño que regímenes demenciales, como el de Nicolás Maduro, compren flotillas de aviones de guerra soviéticos, usando el dinero que los venezolanos necesitan para comprar arroz, frijoles y hasta papel higiénico que no se consigue en Venezuela. Lo extraño es que pequeños países como El Salvador, Honduras o Guatemala, no hagan algo por terminar con tantas castas militares que nos han atormentando desde la independencia en 1821 hasta nuestros días.
Por desgracia somos eminentemente guerreristas, armamentistas, parecemos no poder vivir sin arsenales de fusiles, cañones, ametralladoras, bombas, etc.
Es tiempo de pensar en una Centroamérica dialogante, pensante, armoniosa, donde no suenen cañonazos ni surquen los cielos aviones de guerra. Es hora de crear museos de armas para dejarlas en exhibición como una muestra de todas nuestras desgracias pasadas y presentes, para que sean vistas por las nuevas generaciones, y entiendan de una vez por todas que los arsenales no producen ni libertad, ni paz, ni sosiego, ni democracia, ni bienestar para los pueblos.
Que las armas deben ser sustituidas por cuadernos, lapiceros, libros, computadoras, maestros y aulas escolares. El autor es gerente de radio Corporación. Excandidato a la presidencia de la república en 2011.
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