Es una extraña simbiosis de religión, política, ideología y símbolos extraños en Managua: el llamado “árbol de la vida”, una estructura gigante de metal amarillo que opaca el antiguo monumento a los obreros y campesinos, donde un descamisado fornido enarbola un fusil en una mano y una piocha en otra; a orillas de ambos, se levanta un altar donde se pretende consagrar cantos y oraciones a la imagen de la Virgen María, durante las festividades religiosas de la Purísima.
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