Se conoce una historia del siglo XIII, recogida después en un cuento de los hermanos Grimm a principios del siglo XIX, sobre un pueblo llamado Hamelin infestado de ratas y ratones. Las autoridades y la población no encontraban forma de deshacerse de ellas hasta que se apareció un extranjero afirmando que tenía la fórmula a través de la música.
El alcalde y los habitantes cautivados por el extraño acceden a cambio de un pago y efectivamente el músico con una flauta mágica atrae a los roedores a un río donde mueren ahogados. Al reclamar sus honorarios se niegan a cancelarle y en venganza el flautista atrae con su música a los niños y desaparece con ellos dejando a los padres y madres llorando la pérdida de sus vástagos.
Hay varias versiones sobre esta historia, y entre ellas se afirma que existió el personaje y los niños, pero que en realidad fueron llevados a poblar una nueva ciudad. Otras dicen que fueron víctimas de una epidemia, y otra que sustraídos de sus familias para entrenarlos militarmente, y en todos los casos fue doloroso para la población.
Los pueblos, sobre todos aquellos ricos en recursos, han conocido flautistas de diversas nacionalidades que cautivan con su música, palabras y promesas a los habitantes y sus gobernantes para llevarse lo que pueden y así a través de la historia hubo y todavía los hay, flautistas españoles, ingleses, rusos o norteamericanos
Una reciente historia revela que ahora el flautista es de origen chino y que efectivamente con su instrumento mágico sedujo a los gobernantes de un país, algunos grandes empresarios, ambientalistas, políticos y parte de la población y los obligó a firmar acuerdos tan onerosos que cuando no pudieron cumplirle, no se llevó a los niños sino que decidió hacerse dueño de parte de su territorio y de sus reservas de agua, incluyendo sus guapotes, mojarras, tilapias y hasta los raros tiburones de agua dulce, además la fauna silvestre, con sus aves de todos los plumajes y colores, guardatinajas, nutrias, monos, cocodrilos, cuajipales, venados, tigrillos, pumas, etc. etc.
No contento, el flautista pidió otro tesoro, quizás sin valor para él, pero lo más preciado para ese lugar como era su soberanía que tantos sacrificios había costado defenderla frente a los antiguos colonizadores y los vendepatria.
La protesta, la indignación y la ira de la gente se evidenció, pero como eran pocos, terminaron siendo derrotados y apaleados por otro sector de población que no tenía sentido del valor de este preciado bien, por lo que el flautista chino terminó haciéndose dueño de medio país ante la complacencia y complicidad de las autoridades que no les importó incluso reformar hasta su propia Carta Magna para adecuarla a los intereses del intruso sin tomar en cuenta el perjuicio que estaban provocando a sus ciudadanos.
Al igual que la historia de Hamelin, en los años futuros se recordarán varias versiones, entre ellas que en el país mencionado quedó alguna de su gente haciéndose más rica que antes con mucha agua y alimentos importados en abundancia, pero que la población pobre continuaba siendo más pobre y mal alimentada.
Más tarde, cuando las próximas generaciones recuerden y comenten esta historia, tal vez incluirán que los niños que lograron quedarse crecieron, vivieron y se desarrollaron en diferentes formas, pero que siempre le reclamaban a sus padres si habían hecho lo suficiente para evitar la catástrofe que estaban viviendo.
El autor es abogado y periodista.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A
