El 40 por ciento de los niños que en los primeros años de escuela no rinden a como deberían, tienen una pérdida auditiva jamás detectada, asegura Natalia Popova, doctora en Pedagogía Especial.
Ella es la presidenta de la Fundación Escúchame y apuesta a la educación de las familias para observar el desarrollo lingüístico de sus hijos y detectar los signos de alerta.
Marcelo Travisany, de 27 años, es, según ella, “un caso admirable de lo que puede hacer una familia sumada o multiplicada a un conocimiento científico sobre el desarrollo del lenguaje en condiciones adversas”.
Travisany cuando era un niño fue diagnosticado erróneamente con sordera profunda y retardo mental. Hoy, está a un paso de graduarse de Marketing y Publicidad, sabe inglés y afirma que “el límite es que no hay límites”.
Eso después de quince años de “trabajo duro, de perseverancia y de disciplina”, para superar las dificultades motoras, visuales y auditivas que padece desde su niñez
Él no es un caso aislado. Según Popova, un alto porcentaje de niños en Nicaragua tienen problemas de lenguaje.
Ella considera que en el país es necesario realizar desde temprano exámenes que midan la calidad de la audición de los niños.
Popova además apela por una interpretación distinta del término discapacidad, pues según ella, el entorno es el que frena el desarrollo de los niños.
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