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¿Por qué se está cayendo la productividad?

Para que la economía pueda crecer a las tasas aceleradas necesarias para aprovechar el bono demográfico y arribar en muchas mejores condiciones a la fase avanzada de envejecimiento de la población, la productividad debe incrementarse de manera sistemática, de manera muy fuerte, en las próximas décadas.

Adolfo Acevedo Vogl (*)

Para que la economía pueda crecer a las tasas aceleradas necesarias para aprovechar el bono demográfico y arribar en muchas mejores condiciones a la fase avanzada de envejecimiento de la población, la productividad debe incrementarse de manera sistemática, de manera muy fuerte, en las próximas décadas.

Para contrarrestar el acelerado deterioro de la relación entre personas en edades productivas y adultos mayores que atestiguaremos en las próximas décadas —cuando dicha relación pasara de 9.6 a 2.4— la productividad debe crecer con mayor rapidez todavía, para que las personas en edad productiva puedan generar los recursos necesarios para sostenerse en condiciones dignas y a la vez atender a las necesidades del creciente número de adultos mayores.

Al respecto, se nos ha dicho que para que la productividad se incremente a las tasas requeridas se debe continuar atrayendo Inversión Extranjera Directa (IED). Sin embargo, para que la inversión extranjera fuese capaz de contribuir al crecimiento acelerado de la economía, debería impactar de manera importante, primero en la generación de empleo, y segundo en la productividad promedio de la economía.

Ahora bien, lo que muestran las cifras oficiales y la evidencia disponible es que la productividad promedio de la economía en las últimas dos décadas no ha aumentado, y que en los últimos años ha experimentado una caída drástica, a pesar de la fuerte afluencia de IED.

La evidencia del fuerte influjo de inversión extranjera parece ser razón suficiente para algunos comentaristas, para llevarlos a considerar que la productividad media de la economía debe estarse incrementando. Pero uno debe analizar los hechos, antes de hacer cualquier afirmación, en uno u otro sentido.

Veamos la evidencia. En el caso de las zonas francas, uno de los sectores de mayor concentración de la IED, el Banco Central estima el PIB trimestral y el número de ocupados, y de ambas cifras uno puede derivar la evolución de la productividad media del trabajo de este sector de actividad. El resultado es que, a pesar de que el empleo en este sector se incrementó en 18.5 por ciento entre 2010 y 2011, la productividad del mismo declinó 7.3 por ciento.

En el caso de la minería, otro sector de concentración de la inversión extranjera, de acuerdo con los datos de la Encuesta Continua del Inide el empleo sectorial se incrementó en un impresionante 65.5 por ciento entre 2010 y 2011, pero la productividad sectorial, medida como el PIB sectorial por ocupado, se derrumbó en 25.6 por ciento. Para ser justos, la productividad sectorial se incrementó en los sectores energía (en 12.6 por ciento) y transporte y comunicaciones (en 2.3 por ciento), otros dos sectores de fuerte afluencia de la IED. Pero esto no cambia la conclusión fundamental: debido a su reducidísimo peso en el empleo total, el incremento de la productividad en estos sectores significó un incremento de apenas 0.15 por ciento en la productividad media de la economía, el cual fue contrarrestado por la caída del 0.14 por ciento provocada por la declinación de la productividad en zonas francas y minería.

Pero estas cifras solo confirman que la inversión extranjera directa no está contribuyendo al requerido incremento acelerado de la productividad media de la economía, pero no responden a la interrogante planteada en el título de estas notas. La respuesta debe estar en otra parte.

Entre 2010 y 2011 el empleo total en nuestra economía se incrementó con fuerza, en un 10.3 por ciento. Por simple identidad matemática, con solo que la productividad media hubiese permanecido constante, la economía hubiese crecido en 10.3 por ciento. Pero la productividad media cayó 4.4 por ciento. La pregunta es ¿por qué?

Debido a que la productividad media es un promedio ponderado, su evolución depende, en lo fundamental, de la evolución de la productividad de los sectores que generan la mayor parte del empleo. En Nicaragua, estos son el sector agropecuario y el comercio, que en conjunto generan alrededor del 57 por ciento del empleo total.

Estos son los sectores en que se encontró refugio la mayor parte de las personas que se agregaron al número total de ocupados.

Estos sectores, los de menor productividad, al verse sobresaturados por el ingreso masivo de nuevos ocupados, principalmente bajo la forma de trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares sin pago, vieron su productividad declinar en 6.7 por ciento en el caso de la agricultura y en menos 9.2 por ciento en el caso del comercio. Dado su enorme peso en el empleo total, por sí mismos contribuyeron a explicar el 92 por ciento de la caída verificada por la productividad media. Esto indica que en Nicaragua aún está pendiente un paso fundamental de la transformación estructural.

El proceso de transformación estructural de las economías asociado al proceso de desarrollo ha involucrado el tránsito de una situación en que la productividad agrícola es muy inferior a la media, y la participación de la agricultura en el empleo es elevada, a una en que la productividad agrícola converge rápidamente hacia la media y la participación de la agricultura en el empleo se reduce de forma acelerada. En esta transición el rápido crecimiento de la productividad agrícola se convierte en una contribución fundamental al crecimiento de la productividad media de la economía y a la tasa de crecimiento económico general.

(*) Economista

[email protected]

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