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Urge volver a la OIC

Jorge Huezo Castrillo

Pende sobre la caficultura nacional una espada de Damocles que pasa inadvertida por la mayoría de nuestros cafetaleros, que por ser en su gran mayoría personas muy jóvenes, no tuvieron la experiencia que tuvimos los cafetaleros que ciframos los setenta años o más, en los años sesenta y setenta. Me refiero a la posibilidad que existe, aunque remota, que la Organización Internacional del Café (OIC) decida, el día de mañana, implantar un esquema de cuotas de exportación a consecuencia de la caída de los precios del café, en el mercado internacional.

Como un mecanismo de defensa de los precios del café en los mercados internacionales, ante la debacle o caída de los precios del grano de oro en los años sesenta y setenta, la OIC decidió implantar un sistema de cuotas de exportación a nivel mundial, asignando a cada país productor de café una cuota de exportación, en concordancia con su volumen histórico de exportación, la cual era respaldada por estampillas de exportación que la OIC entregaba a cada país exportador, sin las cuales el país productor no podía exportar ni vender su café, es decir, para que un país exportador de café pudiera vender y exportar su café al mercado internacional necesitaba contar con esas estampillas de exportación.

Las cuotas de exportaciones se fijaban anualmente en el mes de septiembre en el seno de la OIC en Londres, después de una larga y difícil negociación entre todos los países miembros de la organización, en la cual cada país buscaba cómo obtener el máximo de cuota de exportación y, como podrán imaginarse, esa división de la cuota global o cuota mundial representaba una difícil y ardua negociación en el seno de la OIC en la cual, cada país, halaba agua para su molino. Ningún país cedía parte de su cuota a favor de otro, todo lo contrario, los representantes de los países buscaban cómo obtener el mayor porcentaje posible de la cuota mundial. Nicaragua llegó a obtener un máximo del uno por ciento de la cuota mundial. Quiero dejar claro que, sin cuota de exportación, no se podía vender el café.

La cuota del país representada por las estampillas de exportación, era manejada por el entonces Instituto Nicaragüense del Café y este a su vez distribuía la cuota en cupones de exportación, que eran entregados a cada productor de café distribuidos en cuatro cupones, uno por cada trimestre, iniciando por el trimestre octubre/diciembre, luego enero/marzo, abril/junio terminando con el cuarto cupón julio/septiembre.

Desafortunadamente, Nicaragua optó por retirarse de la Organización Internacional del Café desde hace varios años, es decir, nuestro país no tiene a nadie, dentro de la OIC, que defienda los intereses de nuestra nación.

Qué pasaría si los precios siguen descendiendo y llegasen a un límite tal, que la OIC decidiera implantar un sistema de cuotas de exportación. Sencillamente, Nicaragua quedaría sin cuota de exportación por estar fuera de la OIC.

Qué país cedería voluntariamente parte de su cuota para que Nicaragua pudiera vender su café en el mercado internacional, la respuesta es obvia, ninguno. Entonces, ¿qué haría Nicaragua con un millón y medio o más, de quintales de café sin poder venderlo?, sería la quiebra inminente de nuestra caficultura con inmenso impacto en la economía nacional. Simplemente sería mil veces peor que el problema de la roya y de la antracnosis juntos. No me gusta ni pensar en esa probabilidad, sin embargo, está dentro de lo posible, por lo tanto, es sumamente urgente que Nicaragua regrese a la OIC y que tenga a un representante permanente en ese foro tan importante para la caficultura mundial.

Escribo esta nota como una campanada de alerta para nuestro Gobierno central y para todo el gremio productor de café, que en su gran mayoría, por desconocer de lo que pasó años atrás, no se percatan del inmenso peligro que como espada de Damocles pende sobre nuestra industria cafetera. Exmiembro de varias delegaciones de Nicaragua en la OIC

Opinión café Organización archivo

COMENTARIOS

  1. Juan Alberto
    Hace 10 años

    Ya hay un antecedente histórico de caída de precios a partir del ciclo 1999-2000 que no terminó en la adopción de cuotas de exportación sino en el impulso de esquemas basados en mercado. Si bien es cierto las condiciones no son las mismas que entonces, es obvio que el mercado seguirá jugando su papel el cual se vio a reforzado por esos mismos años a partir de una creciente apertura y el impulso de la competitividad a nivel global. El mercado tiene que tener su propia gobernabilidad.

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