Había una vez un pastorcito que cuidaba ovejas en el campo. Era muy chistoso y le gustaba alarmar a la gente del pueblo porque estaba aburrido, así que varias veces fue corriendo al pueblo gritando que un lobo estaba atacando a sus ovejas.
Cada vez que el niño gritaba, los habitantes del pueblo salían corriendo con palas y hachas hacia el lugar donde pastaban las ovejitas para defenderlas del lobo. El pastorcito mentiroso se reía a carcajadas de ellos porque se la creían cada vez.
Hasta que un día, apareció verdaderamente el lobo y el pastorcito corrió al pueblo a pedir ayuda. Gritaba y gritaba – ¡Viene un lobo! ¡Me mata las ovejas! Pero nadie creyó. Entonces el lobo le destruyó todo el rebaño. Ese cuento se lo dicen a los niños para enseñarles que en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.
Cuando nuestro presidente habla sobre sus supuestos grandes proyectos para la nación que hasta la fecha no los vemos por ningún lado, difícilmente la población con sentido común le cree.
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Como podemos notar, nuestro presidente padece de mitomanía. Ya se ha mencionado sobre el puerto de aguas profundas más grande de Centroamérica, hasta la fecha no hemos visto ningún puerto por ningún lado. Vino también el presidente recientemente fallecido de Venezuela a prometer una refinería de petróleo, hoy día no hay más que un terreno baldío con la única piedra que pusieron en la inauguración. Se ha oído hablar también de un ferrocarril que recorrería el país, actualmente no hemos visto ni rieles. Recordemos también un satélite que se compraría y nunca supimos qué pasó con eso. Estos son uno de los tantos gritos de lobo de nuestro presidente al pueblo, que para su propio lamento ya nadie le cree.
El más reciente grito de lobo es el del Canal más grande del mundo que unirá el Atlántico con el Pacífico y que nos sacará a todos de la pobreza. Esto es un proyecto histórico que ha existido desde la colonización hasta la fecha, y representa para los nicaragüenses la panacea de todos nuestros males. Actualmente, lo retoma el presidente de turno y dice que esta vez sí se hará. Esto no es posible por las siguientes razones: Primero, este gobierno nunca ha hecho un gran proyecto en los diecisiete años que lleva en el poder contando los años ochenta, y es ingenuo creer que ahora milagrosamente han cambiado su forma de pensar. Y segundo, nadie con sentido común le presta grandes cantidades de dinero a alguien insolvente y endeudado. Dicho préstamo no es rentable para nadie, especialmente cuando el deudor tiene mala fama de todo tipo.
Es necesario que los nicaragüenses no nos dejemos engañar. Identificar a los mentirosos nos ayuda a no caer en trampas. Hagamos como el pueblo del cuento que ya no le creyó más al niño mentiroso y aburrido, hay que dejar que al niño y a su rebaño de borregos se lo coman los lobos. Es preciso que al niño le demos una lección para que aprenda que no cuenta con el apoyo del pueblo para que lo llegue a sacar de apuros cuando realmente lo necesite, porque nos ha querido ver a todos la cara de tontos. El pueblo nicaragüense no es nada tonto, y a la hora de la verdad, el niño y su rebaño de borregos verá que tendrán que ingeniárselas solos. Lo más probable es que se lo coman los lobos. La autora es abogada
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