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La novela de Carlos Manuel Téllez fue publicada por el Centro Nicaragüense de Escritores. LA PRENSA/CORTESÍA/ISIDRO RODRIGUEZ.

Juego con serpientes

Carlos Manuel Téllez empezó en la escritura con la poesía. Según él: “La abandoné y es que no me gustaba que me dijeran poeta, sentía que me hacía falta un yo lírico más relacionado con mis aspiraciones de escritor”.

Carlos Manuel Téllez empezó en la escritura con la poesía. Según él: “La abandoné y es que no me gustaba que me dijeran poeta, sentía que me hacía falta un yo lírico más relacionado con mis aspiraciones de escritor”.

Entonces descubrió, la magia de la prosa y publicó su primer cuento, El Obsequio que desarrolla el tema de la amistad.

[doap_box title=”Metáfora y ficción” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Hay una serpiente en mi boca recrea un mundo de viajes narrativos en una eficacia social del texto novelístico, donde los personajes adquieren esa prestancia de vida que solo puede dar un verdadero novelista.

Se trata de descubrirnos en cada uno de ellos, donde la vida es más que una ficción, es una relación intrínseca con la cultura misma, con la palabra, que multiplica las posibilidades expresivas de la novela.

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Pero su primer reconocimiento fue cuando publicó su narración, El Semáforo , en una antología de cuentos finalistas de la convocatoria 2005 de la Fundación Libros Para Niños.

En el 2013, su novela, Hay una serpiente en mi boca fue seleccionada por un jurado del Centro Nicaragüense de Escritores, para ser publicada. Misma obra que en el 2012, obtuvo una segunda mención especial en el certamen, María Teresa Sánchez, del Banco Central de Nicaragua.

En la actualidad, Téllez es la voz joven en la narrativa leonesa, destacándose por la búsqueda de un nuevo lenguaje a través de su primera novela.

El rompecabezas

Hay una serpiente en mi boca, es una metáfora de la vida cotidiana. La voz narrativa se entreteje en una atmósfera compleja, en un juego de rompecabezas que el lector tiene que ir armando.

Cada personaje hilvana su vida, la locura de la Gertrudis con el machismo de su esposo Polanco, la rabia del Caballo con los miedos de Manny Zepeda. Hilos de rabia zurcidos con un yo reprimido de los personajes como Susana, hermana de la Gertrudis, violada por su padrastro.

Son personajes insatisfechos, sin dudas, frustrados entre ser y no ser como Salvador Salazar, que predica en los buses y desprecia en ocasiones a su hijo a quien por apodo le dicen Conejo Bugs Bunny.

Esta novela posee una función expresiva que se manifiesta no solo en lo personal y pasional de cada personaje, sino en el lenguaje, divertido, paródico, que enlaza con la picardía nicaragüense.

La descripción que prevalece en el texto, no solo es de lugares y paisajes, sino del yo interior de cada personaje, que tiene una serpiente en la boca, porque la palabra destruye, apresa y condena. Es una serpiente de palabras, que se enroscan en la conciencia misma de la sociedad de la que somos parte.

Cultura Carlos Manuel Téllez archivo

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