Samuel Regueira/EFE
Editada por Debate, llegan los artículos periodísticos de George Orwell en una nueva colección de sus Ensayos, la cual rescata cien de los mejores textos de no ficción del autor de Rebelión en la granja.
Su fuerza literaria y su análisis social suponen sus dos valores más patentes, culminados en las fábulas políticas más notorias del siglo, 1984, y Rebelión en la granja , que se suman a otras de sus obras de indudable energía crítica, como Que no muera la aspidistra, Sin Blanca en París y Londres , Homenaje a Cataluña o Subir por aire, entre otras.
Orwell también embistió contra la automatizada profesión del crítico especializado, aquel que no puede distinguir entre los libros verdaderamente “buenos” y se ve obligado a usar el mismo adjetivo con cada obra que reseña.
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Esta ambiciosa obra de mil páginas aborda un período crucial en la vida del literato, aún afectado por sus experiencias como miliciano en la Guerra Civil Española, donde recibió un tiro en la garganta, pero salió con el espíritu crítico intacto para arremeter contra la sociedad inglesa, la literatura coetánea y los nacionalismos.
Desde 1928 y hasta su muerte, el autor de 1984 rememoró en varios de sus escritos, aquí traducidos por siete expertos distintos, episodios clave en su vida y anécdotas en apariencia simples, que conducen a conclusiones colosales sobre la vida, la condición humana o la situación política del momento.
Entre sus recuerdos volcados en estos textos destaca Matar a un elefante, donde durante su estancia en Birmania la presión de los indígenas le obliga a acabar con la vida de un paquidermo desbocado, por ser el único hombre occidental armado; un incidente tras el que piensa que, “cuando el hombre blanco se vuelve un tirano, es su propia libertad la que destruye”.
Segunda guerra mundial
En un mundo al borde de la Segunda Gran Guerra, tras la cual ya advierte Orwell la inminente amenaza del estalinismo, el autor denuncia un sistema tiránico que engaña a las grandes sociedades cultas. Y acusa de cobardía a las democracias, temerosas de desencadenar el conflicto.
Entre réplicas políticas e intelectuales, el escritor evoca sus vivencias en la guerra, fruto de un hombre fuertemente vinculado a su momento histórico, con una filosofía de vida resumida al principio del ensayo El león y el unicornio, también citado en el texto de Irene Lozano que antecede estos ensayos: “Según escribo estas líneas, seres humanos sumamente civilizados intentan matarme”.
Pero, si hay algo con lo que Orwell disfrutó, fue con la literatura. Desacredita a Chesterton, alaba a Henry Miller y a Joyce, desprecia a Sherlock Holmes, reseña a Dickens, disecciona Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift y, fiel a su estilo, admite los ataques de Tolstói a Shakespeare en un panfleto ruso, para después reflejar los puntos débiles y malintencionados del autor de Guerra y paz.
En su prosa visionaria vaticinó el devenir de la Guerra Fría en el siglo XX, describió el comportamiento fan de los jóvenes para con sus objetos de admiración, que aún hoy repercute en los adolescentes e ídolos del nuevo milenio, e incluso auguró la trivialización del término “fascista” y sus derivados, que perderían su significado por su sobreexplotación e incorrecta aplicación.
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