“A pesar de las críticas y de la responsabilidad que uno pone sobre sus hombros, dirigir fue una experiencia bonita para mí”, asegura Cairo Murillo.
Sin más antecedentes que sus años como coach de picheo, Murillo asumió el reto de dirigir a los Tigres de Chinandega y tras sacarlos del sótano, los clasificó.
“Dirigir te hace madurar, afirma tu carácter y te hace comprender el peso que los mánagers acarrean cuando asumen ese trabajo, tan expuesto a los cuestionamientos”, reflexiona Cairo.
Murillo tuvo marca de 23-19 con los Felinos y los llevó a la semifinal, que luego perdieron ante Rivas, pero en líneas generales, dejó buena impresión.
“Un detalle interesante, fue el respeto que los muchachos tuvieron. A pesar de sus carreras y el éxito que pudieron haber logrado, fueron profesionales”, dice.
Un aspecto poco agradable que vivió Murillo, es el sentimiento de culpa que dejan las derrotas, aún cuando una decisión suya no haya incidido.
“A veces no podía ni dormir y me decía: “tal vez debí hacer esto o aquello, llevarme a este lanzador o dejarlo, tantas cosas”, señala.
Ahora Cairo se alista para volver a trabajar con los Dantos, pese a que ha recibido ofertas para dirigir al Chinandega, que aún no nombra a su timonel.
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