Wendy Álvarez Hidalgo
I Entrega
En San Juan de Río Coco la roya está en boca de los comerciantes, los dueños de fincas cafetaleras y cortadores. Culpan a este hongo de sus males económicos y el declive de los años dorados del café en este municipio de Madriz, a unos 240 kilómetros de Managua.
A los productores la roya les devastó hasta el 70 por ciento de los cafetales, a los comerciantes les ha mermado sus ventas hasta en un 50 por ciento y a los cortadores les redujo a mes y medio la contratación en las fincas, cuando antes eran seis meses (octubre-marzo).
Hasta hace tres años hablar del café de San Juan de Río Coco era motivo de orgullo para los lugareños, no solo porque producía el mayor volumen del grano en Las Segovias (Estelí, Madriz y Nueva Segovia), sino también porque se cultivababa café suave, una especialidad gourmet premiada por los mercados internacionales y cuya calidad se ha visto afectada por la roya.
De hecho en sus mejores años, es decir hace tres cosechas, en las copas y faldas de las heladas montañas se acopiaban unos 280 mil quintales, en su mayoría cafés especiales y orgánicos cultivados a más de 1,300 metros sobre el nivel del mar. Pero esa época parece haber llegado a su fin desde hace dos años, lo que tiene en vilo al municipio y las comunidades que sobreviven cada año de este cultivo.
MALOS TIEMPOS
En la cosecha 2012-2013, cuando se detectó el ataque severo de la roya, solo se pudo obtener unas 110 mil “cargas” —como suelen llamarle los lugareños a cada saco de quintal de café oro— y para esta época de producción (2013-2014) “a duras penas” se sacarán unas 80 mil, estima un exfuncionario del Consejo Nacional del Café (Conacafé), que prefiere omitir su nombre.
En las fincas de café de San Juan de Río Coco hay desolación. Las plantas, que para esta época solían estar cargadas de café maduro, hoy están esqueléticas: sin hojas, los frutos han quedado desnudos y los troncos en agonía. El silencio reina entre los plantíos, que antes acogían a miles de cortadores no solo nacionales sino también hondureños y hasta salvadoreños.
Este año Modesto Antonio Peralta prefirió no ir a su finca. Está deprimido. Y esta vez decidió refugiarse en su abarrotería que tiene en el centro de la ciudad de San Juan de Río Coco. Por estos días, hasta el negocio ha estado mal, sus ventas se han reducido casi a la mitad.
FEROZ ATAQUE DE LA ROYA
Peralta es dueño de 50 manzanas de café, de las cuales solo 10 produjeron en este ciclo. El resto fue devorado por la roya y la antracnosis. Solo el catimore, una variedad de menor calidad al caturra, sobrevivió al feroz ataque, precisa.
“No tuve financiamiento para rescatar las plantas en la cosecha pasada cuando comenzó el brote. Las financieras echaron pie atrás cuando los técnicos llegaron a mi finca y vieron que las plantas estaban bien enfermas”, dice el productor.
De los 70 cortadores que contrataba cada año, en esta ocasión solo dio empleo a 10, aunque admite que lo que obtenga de la venta del grano solo será para pagar salarios. Por esa razón es que optó abandonar la finca, al menos mientras encuentra una solución a su crisis.
“Muchos productores creyeron que el hongo era controlable, se confiaron cuando vieron los primeros brotes, fue cuando de la noche a la mañana las fincas fueron devastadas totalmente”, afirma mientras escala una de las fincas devastadas por la roya.
“Mucha gente está decepcionada con el café, pero no vamos a renunciar a sembrarlo y luchar para salvar nuestras fincas con o sin la ayuda del Gobierno”, enfatiza.
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Según datos del Ministerio Agropecuario y Forestal (Magfor), Las Segovias produce el 24 por ciento del café que se cosecha en Nicaragua, otro 28 por ciento Matagalpa y un 35 por ciento Jinotega. El restante 13 por ciento se obtiene de otras zonas del Pacífico.
LAS PLAGAS EN QUILALÍ
La misma sensación de decepción e impotencia que invade a Peralta siente Fabio Rodríguez Herrera, productor de Quilalí, municipio de Nueva Segovia, cuya finca fue atacada por un cóctel de enfermedades: roya, antracnosis y ojo de gallo. De las 15 manzanas que cultiva tradicionalmente, solo tres se salvaron de lo que él llama “la peor crisis de plagas” que conoce desde hace 10 años, cuando decidió dedicar su tiempo a la siembra de café.
La roya apareció a inicios de la cosecha 2012-2013. Desde esa época, hasta estas zonas cafetaleras del norte del país han llegado noticias sobre los planes de respuesta temprana que los gobiernos centroamericanos han anunciado para sus productores del grano, donde también ha habido ataque de este hongo.
Rodríguez lamenta que aunque han pasado casi dos años desde que se alertó sobre este brote, miles de productores nicaragüenses continúan esperando del Gobierno una salida a la crisis. Él está endeudado con una financiera. Le debe 5,000 dólares y teme afectar su récord crediticio.
TEMEN SEIS AÑOS DE CRISIS
En los cuadernos de registro de acopio de las cooperativas en San Juan de Río Coco, Quilalí y Yalí los estragos de la roya empiezan a ser palpables. Y sus dirigentes no avizoran una pronta salida a la crisis, temen que esta se prolongue durante los próximos seis años, porque hasta hoy desconocen algún plan de apoyo estatal para los pequeños productores.
Héctor Blandón Moreno es coordinador técnico de la Cooperativa Pancasán, que está casi a la entrada del municipio de San Juan de Río Coco. Con un avance en la recolección de cosecha de entre 70 y 75 por ciento en la zona, la cooperativa registra una reducción del 25 por ciento en la meta estimada para esta cosecha, es decir unos 5,000 quintales menos, estima Blandón.
Eso ha impactado directamente en el empleo “porque al haber menos cosecha, el productor no necesita de tantos cortadores en sus fincas”, expone. Los rendimientos de sus clientes asociados han caído un 40 por ciento, agrega Blandón. Las prolongadas lluvias de diciembre empeoraron la situación.
EN SAN SEBASTIÁN DE YALÍ
Esas mismas incidencias están reflejando las cifras de la Cooperativa de Servicios Múltiples Polos, de San Sebastián de Yalí, que trabaja con unos 391 asociados. Su coordinador técnico, Hermes Montenegro, dice que de las 1,700 manzanas de café que manejan sus asociados, el 46 por ciento fue afectado por el hongo, según un diagnóstico que realizaron con autoridades agropecuarias estatales.
“Sabemos que hay productores que perdieron el ciento por ciento de sus siembras, es una problemática grande. Estamos pensando qué hacer con estos productores”, dice Montenegro, quien alerta sobre la necesidad de agilizar el proceso de renovación para que en la cosecha 2014-2015 se reactive la generación de empleo.
EL MIEDO DE LOS CORTADORES
María Victoria Zamora, originaria de la comunidad Ocotalillo, Yalí, dice sentirse afortunada este año por haber encontrado empleo en esta cosecha. De los 12 miembros de su familia, solo ocho lograron colocarse en las fincas cafetaleras, el resto tuvo que emigrar a Costa Rica.
A partir de enero fue contratada solo durante mes y medio, y dice que después de concluir la temporada de corte le tocará viajar a la cabecera departamental de Jinotega en busca de trabajo como cocinera, empleada doméstica, “o lo que sea”.
Antes de la crisis ella recolectaba a diario ocho latas, pero en esta cosecha “con costo consigo cuatro latas”, cuenta mientras esquiva en los racimos el grano que sobrevivió al ataque de la enfermedad. La roya afecta principalmente el follaje de las plantas, que tras la caída de las hojas, el fruto queda expuesto y se quema.
“(En) los cafetales parece que va a terminar la repela en febrero y eso nos dejará sin trabajo a muchas familias que sobrevivimos de estas fincas. El café está más menudo y las plantas casi no están cargadas”, afirma don Juan Alberto Irías Melgara, quien lleva toda su vida cortando café en la finca La Morena, en Yalí, municipio de Jinotega.
Es dueño de media manzana de tierra de café, pero lo perdió todo. Lo que preocupa a este productor y también cortador es que de sus ingresos sobreviven seis personas y no sabe qué hará una vez que finalice la época de corte. Y aunque se incorporó a trabajar desde las 6:00 de la mañana, solo dos latas ha podido recolectar. Antes conseguía ocho latas en las primeras cinco horas de corte.
El futuro de estos cortadores, productores y municipios es incierto, su única esperanza es que el Gobierno apoye al sector cafetalero, una vez que la economía resienta el impacto que tendrá la drástica merma en ingresos que representantes de este sector han pronosticado para este año.
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