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Luis Sánchez Sancho

Las musas de carne y hueso

En uno de los versos de su poema Balada en honor de la musas de carne y hueso , que dedicó al dramaturgo español Gregorio Martínez Sierra (1881-1947), Rubén Darío menciona por sus nombres a cada una de las musas:

“Clío está en esa frente hecha de aurora,/ Euterpe canta en esta lengua fina./ Talía ríe en la boca divina,/ Melpóneme es ese gesto que implora;/ en estos pies Terpsícore se adora./ Cuello inclinado es de Erato embeleso,/ Polymnia intenta a Calíope proceso/ por esos ojos en que Amor se quema./ Urania rige todo ese sistema:/ ¡la mujer musa es la de carne y hueso!”

Este poema de Darío y otros en los cuales el emblemático poeta de Nicaragua se refiere a las musas, fueron incluidos por el amigo Gilberto Bergman Padilla, rector de la UCC y colaborador regular de LA PRENSA, en su libro (que ya he mencionado en alguna otra ocasión) titulado Las musas de Darío , que escribió y publicó en el año 2002 en el marco de las conmemoraciones del 135 aniversario del natalicio dariano.

Cuenta Bergman Padilla en la Introducción de dicho libro, que durante la celebración de aquel aniversario en Managua, al pie del monumento a Rubén Darío, le preguntó a uno de los ministros asistentes al acto que si sabía “qué cosa era eso de las musas” y el funcionario le respondió: “La verdad no sé”. Insistió Bergman con otro “ilustre visitante” quien le respondió que era “donde se inspiraban los poetas, pero nadie conocía la historia de la Mitología Griega, en la que Rubén se inspiró para escribir su preciosa Balada en honor de las musas de carne y hueso ”. Esa experiencia inspiró a su vez al amigo Bergman para escribir su libro antes mencionado, una excelente contribución al estudio y conocimiento de la relación de la poesía dariana con la mitología clásica griega.

Las musas eran las inspiradoras y protectoras de las artes: Calíope, de la poesía épica. Clío, de la historia. Erato, de la elocuencia. Euterpe, de la música de flauta. Melpóneme, de la tragedia, o sea el arte dramático. Polymnia, de la música en general. Talía, de la comedia. Terpsícore, de la danza. Y Urania, protectora de la astronomía que en los tiempos antiguos se consideraba un arte y no una ciencia.

Según el mitólogo francés del siglo XIX, Jean Francois Michel Noël, la palabra musa proviene de una palabra griega que significa explicar los misterios (miein). Este estudioso de la mitología griega y universal se basa en la versión de Diodoro Sículo, historiador griego del siglo I de nuestra era, quien escribió que las musas tenían origen egipcio. Según relata Michel Noël basado en lo escrito por Diodoro, el dios egipcio Osiris “era muy alegre y se complacía en cantar y bailar. Tenía siempre a su lado muchos músicos entre los cuales había nueve doncellas instruidas en todas las artes que tienen alguna relación con la música, de donde toma origen su nombre de musas; eran conducidas por Apolo, uno de sus generales. Y de aquí nació quizás el sobrenombre de Musageta” que los griegos daban a Apolo (pues musageta significa literalmente “maestro de las musas”). Y agrega el mencionado mitólogo francés que a las musas “se las pinta jóvenes, hermosas, modestas y vestidas con sencillez. Apolo marcha delante de ellas con la lira en la mano y ceñidas las sienes de laurel.”

Museas se llamaban las fiestas que cada cinco años se celebraban en honor de las musas, al pie del monte Helicón, cercano al Parnaso, que estaba consagrado a Apolo y las musas. Y de allí que museo, como sabemos, sea el sitio donde se conservan y exhiben las obras de arte.

Columna del día Opinión inspiración musas archivo
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