Miles de nicaragüenses, naturalizados o no, también se contagian de la fiebre electoral costarricense ahora cargada de incertidumbre sobre quién gobernará Costa Rica en los próximos cuatro años.
Y no es para menos, porque del rumbo que tome el país dependen las oportunidades de empleo que desencadena en el sustento familiar en el vecino país o de algunas familias en Nicaragua.
De acuerdo con el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), 25,087 nicaragüenses naturalizados están habilitados para votar, de un total 49,998 extranjeros que registra el padrón electoral; quienes también viven con indecisión un proceso atípico en el país donde la izquierda tiene posibilidades reales de llegar al poder.
En Costa Rica viven 287,766 nicaragüenses y representan el 74.6 por ciento del total de inmigrantes residentes, calculado en 385,899 extranjeros, aunque cifras extraoficiales consideran que la cifra puede ser mayor, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
Según el TSE, en Costa Rica hay más de 100,000 hijos de nicaragüenses inscritos en el registro civil y más de 13,000 nicaragüenses casados con costarricenses.
En la campaña electoral, donde por primera vez se vivió la lucha ideológica entre izquierda y derecha, los candidatos prácticamente omitieron el tema migratorio y en las pocas ocasiones que se refirieron a Nicaragua, fue sobre el conflicto fronterizo sobre el cual hay dos demandas en La Haya.
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