Desde hace 14 años cultiva unas cuatro manzanas, de las que actualmente tiene tres en renovación.
Para dar valor agregado al producto, optó por destinar una pequeña parte de la producción a la elaboración de unas 3,000 botellas anuales de vino.
La meta para el 2014 es duplicar esa producción, para lo que requerirá de unos 90 quintales de la fruta.
[/doap_box][doap_box title=”Detalles del cultivo” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
Además,Rufo Centeno cultiva la variedad Isabella, que es exclusiva para la producción de vino.
La uva se puede sembrar en cualquier época del año. Después de un año se obtiene la primera cosecha y a partir de ahí se deben hacer podas programadas dos veces por año, para garantizar el brote de la fruta que se cosechará en la siguiente cosecha.
Generalmente las cosechas se cortan en abril y noviembre, que por la intensidad de la luz y niveles de lluvia son los meses óptimos para la maduración de la vid, que tiene un ciclo de producción de unos cuatro meses y medio aproximadamente.
Entre los riesgos que enfrenta el cultivo están el exceso de lluvia y la ausencia de sol. Lo mismo que enfermedades y plagas que con una adecuada prevención son controladas con eficacia.
[/doap_box][doap_box title=”Retoman viejo proyecto” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
“Ellos trajeron distintas variedades de semilla de Francia, Italia y Estados Unidos para elegir cuales eran las que mejor se adaptaban a la zona… Pero tras el cambio de gobierno en los noventa un grupo de desmovilizados desmanteló las oficinas, eso sumado a los daños provocados por el huracán Mitch nos obligó a abandonar el programa”, relata el productor Rufo Centeno, quien por haber coordinado el proyecto lo retoma como actividad individual en 1999 con semilla traída del estado de Zulia en Venezuela.
[/doap_box]
Lucydalia Baca Castellón
El origen de su cultivo es tan antiguo como la humanidad y su consumo tan diverso que de igual forma simboliza creencias religiosas y tradiciones profanas.
Y aunque su producción se considera propia de países de clima frío, en Las Segovias, al norte de Nicaragua, un grupo de productores se ha propuesto demostrar que la uva también puede adaptarse al trópico y además convertirse en una opción rentable en la agricultura de subsistencia.
Los buenos resultados obtenidos en las plantaciones de Jorge Rodríguez y Rufo Centeno han animado a pequeños productores de Condega y Palacagüina a convertirse en viticultores.
Al menos quince han sustituido el cultivo de granos básicos y hortalizas por el de uvas, y aunque la mayoría posee parcelas que no pasan de una manzana, la actividad les permite obtener ingresos para solventar las necesidades básicas de sus familias.
MEJORA NIVEL DE VIDA FAMILIA
“En los dos años que llevo cultivando uva he logrado pagar todas las deudas que había acumulado en los casi veinte años que me dediqué a sembrar granos básicos y hortalizas. Además el nivel de vida de mi familia ha mejorado muchísimo y estoy asegurando la educación de mis hijos”, afirma Miguel Ángel Sáenz Vallecillo, quien cultiva media manzana de uva en Palacagüina.
“Cuando sembraba maíz en una manzana lo más que sacaba eran 20,00 córdobas, en cambio con la uva, aunque solo tengo sembrada media manzana, he llegado a sacar hasta 200,000 córdobas en el año, por eso estoy empeñado en extender el cultivo a toda la manzana de tierra que tengo, porque en los cuatro años que me he dedicado a esto hasta una casa pude construir y también comprar una moto y un motor”, asegura Jaime Morales Ponce, de la comunidad Las Torres, en Palacagüina.
MULTIPLICAN GANANCIAS
La diferencia en el margen radica en que con el maíz obtenía un rendimiento promedio de 50 quintales por manzana, que vendidos a unos 400 córdobas cada uno le generaban un promedio de 20,000 córdobas en ingresos en cada cosecha.
En cambio, “con un manejo adecuado, a partir del segundo año de producción se puede garantizar que la parra produzca hasta 200 quintales por manzana y que dé dos cosechas al año. Es decir, obtener hasta 400 quintales anuales por manzana”, dice Rufo Centeno, ingeniero agrícola y pionero de este cultivo en la zona.
En esta localidad la uva se vende a un precio promedio de 25 córdobas por libra, lo que genera ingresos de hasta 500,000 córdobas anuales por manzana.
“Además en los últimos meses el Ministerio de Economía Familiar y Comunitaria nos dio un módulo en el parque de ferias. Entonces los fines de semana de feria llevamos la producción a Managua. Ahí vendemos a 40 córdobas cada libra”, manifiesta Sáenz.
INVERSIÓN INICIAL ES FUERTE
Los viticultores coinciden en que estos rendimientos compensan la inversión inicial y el mantenimiento del cultivo.
El costo de inversión para el establecimiento de un viñedo es de hasta 12,000 dólares por manzana (unos 306,000 córdobas).
“Eso incluye la adquisición de las 800 plantas que requiere el área, los postes y el alambre necesarios para construir la enramada, la instalación del riego y los insumos necesarios para tratar el cultivo durante un año. Es decir, durante el tiempo que toma la plantación en proporcionar la primera cosecha”, explica Centeno
Posteriormente, como ya se tienen los costos fijos, se genera un costo de mantenimiento que puede ser de hasta 4,000 dólares por manzana cada año (102,000 córdobas). Esto incluye mano de obra e insumos para el control de plagas y enfermedades, fertilizantes y riego.
Pese a la creencia de que la uva es una fruta exclusiva de la temporada navideña, las cualidades del suelo y el clima de la zona permiten a los viticultores locales obtener dos cosechas al año. Y su meta es establecer podas graduales en los surcos, para garantizar que la producción sea permanente.
Cada plantación tiene una vida útil de hasta diez años. Sin embargo, las dos podas anuales que deben realizarse para garantizar las cosechas permiten obtener esquejes para cultivar nuevas áreas y renovar las antiguas en el momento en que se requiera.
FALTA APOYO TÉCNICO
Sáenz y Morales lamentan no contar con el apoyo técnico de las autoridades agrícolas y coinciden en la falta de la asistencia adecuada. Las prácticas implementadas por los productores Rodríguez y Centeno se han convertido en modelo de referencia para el manejo de los viñedos.
Los productores afirman que las variedades de uva roja y negra que producen no tienen nada que envidiar a las que se traen del exterior. Pero ante la falta del apoyo técnico, es a base de pruebas y errores que están logrando optimizar la calidad de la producción.
Recuerdan que al principio no dejaban que los racimos permanecieran las 21 semanas requeridas para garantizar una adecuada maduración (con 17 grados de azúcar), lo que generaba un sabor ácido a las uvas.
“Ahora nuestra uva es tan dulce como la que viene del exterior y la buena aceptación está generando muchos interés en los productores de la zona para extender el cultivo”, manifiesta orgulloso Morales.
Ver en la versión impresa las páginas: 2 C ,1 C