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Índices y pronósticos

Danilo Arbilla

En este 2014 los analistas económicos no se muestran tan optimistas, van cambiando, e incluso algunos son hasta pesimistas con la suerte de los “emergentes”, de la locomotora china y del precio de las materias primas. Todos especulan con lo que pueda pasar en esos “rubros”, y hacen comparaciones y hablan de la crisis asiática del 97, de la rusa del 98, y de los revolcones por la región de principios de este siglo. Y comparar siempre es odioso.

De todas formas los analistas, pese a las caídas en las bolsas de valores en los emergentes, las devaluaciones de sus monedas, el riesgo de la desaceleración de la economía China y sus efectos en los precios de los comodities, y la nueva política de la Reserva Federal en cuanto a reducir las inyecciones de liquidez en la economía de EE. UU. y sus eventuales efectos en el flujo de inversiones a los mercados emergentes, igual casi como que aseguran que aquellas crisis no se repetirán. Habrá dificultades pero no serán de aquella magnitud, dicen, salvo que el crecimiento chino se frene totalmente, los precios de las materias primas se vengan a bajo y que se produzca una rápida alza de las tasas en los EE. UU., lo que prevén es casi imposible.

Ellos dicen —las analistas— que hoy los emergentes en su mayoría tienen regímenes cambiarios de flotación en lugar de cambios fijos, lo que reducen impactos fuertes en cuanto al flujo de capitales, que la situación fiscal y de endeudamiento es muy diferente y muchísimo mejor que las de aquellas épocas, y lo mismo pasa con las reservas internacionales. Y todo es cierto, pero igual luce complicado: ya se habla de los “cinco frágiles” (Brasil, India, Indonesia, Turquía y Sudáfrica), falta China y ahí se viene la hecatombe.

Es cierto que en los últimos tres años varios países han aumentado sus reservas en forma considerable, como Perú (47.78 por ciento), Chile (49.96 por ciento), Colombia (50.26 por ciento) y el récord de Uruguay con una incremento del 62.37 por ciento en ese periodo, pero hay excepciones que “advierten”. A Argentina no le fue igual: en esos tres años ha perdido el 47 por ciento de sus reservas (U$S24,876 millones). Y ni se sabe lo de Venezuela.

Pero además está la gente, sus aspiraciones (alimentadas demagógicamente) y sus insatisfacciones y sus reales necesidades y eso no se arregla con bajar o subir la tasa de interés ni parece que ya tampoco con echarle la culpa al imperialismo, al neoliberalismo o a las pasadas dictaduras militares.

La mayoría de los gobiernos no administró del todo bien “el viento a favor”: el tamaño del Estado creció y creció, el número de funcionarios públicos y sus salarios se incrementó desmedidamente, se mejoraron las jubilaciones y pensiones y se establecieron sistemas de reparto de dinero para atacar a la pobreza, pero también con vistas a las instancias electorales y a la vez para formar una especie de ejército militante —algo parecido al fascismo— que tanto le ha servido a varios mandamás del momento. Muchas de esas decisiones han sido justas y necesarias para una mejor redistribución de las nuevas riquezas, por lo menos; pero otras no. Y a esa gente hay que pagarle; y exigirán que le paguen como siempre, e incluso que, ante tanto discurso de autoelogio de los gobiernos, se les satisfagan las nuevas expectativas generadas por esos mismos discursos.

¿Y qué va a pasar cuando no haya tanta plata dulce? Cuando no alcance para pagarles a todos en tiempo y forma. Y cuando la gente empiece a enojarse por una u otra razón, —y por supuesto que lo hará si no le viene la “mesada gubernamental”—, y comience a darse vuelta.

Muchos de esos ministros y gobiernos genios en el manejo económico, visto hoy lo que ocurre y lo que pueda ocurrir, no parecen tan expertos, y menos aun para enfrentar un viento en contra.

Tras el remanido recurso de las conspiraciones y el imperialismo, comenzarán los palos a ciegas, los que como se sabe siempre golpean al lomo de la gente y de los que tienen menos.

Puede que vengan tiempos mucho más duros que los que prevén los analistas económicos los que, quizás, no han tomado en cuenta esta última variable, más importante que cualquier índice económico. El autor es periodista uruguayo, expresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Opinión EE.UU. Pronósticos archivo

COMENTARIOS

  1. Denso
    Hace 10 años

    Lastima que nadie aprende en cabeza agena;muy interesante este articulo como de costumbre todo lo que escribe DonDanilo;lo peor que hacen a los que esta dirigido este articulo,que son los que mas se aprovechan del dinero que genera el gobierno,empiezan a insultar y decir teorias adsurdas que nadie las entiende,pero que todas llevan al camino inexorable de mas pobreza de los pueblos que caen en sus garras;porque solo son nefastos politicos,nada que ver con la economia de un pais o el pueblo

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